Del 17 de junio al 14 de septiembre

La exposición propone un recorrido inédito por la obra de Joan Miró teniendo como hilo conductor un tema recurrente en su producción: la tierra; objeto por primera vez de una amplia muestra monográfica, que abarca toda su trayectoria artística desde 1918, año de su primera exposición individual, hasta su muerte en 1983.

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Todo el arte de Miró está profundamente relacionado con el concepto «tierra» en su acepción más amplia y simbólica: desde la fuerte conexión con su Cataluña natal, su gente y sus tradiciones, o su fascinación por el mundo rural y el culto a los orígenes, hasta los temas relacionados con la sensualidad o la fertilidad, el infierno y la metamorfosis, la vida y la muerte, la materia y la negación de la forma… La muestra, organizada conjuntamente por el Museo Thyssen-Bornemisza y Ferrara Arte, ofrece al espectador una relectura desde este punto de vista diferente y más desconocido del complejo y fascinante universo mironiano. Un proyecto ambicioso que ha contado en todo momento con el importante apoyo de la Successió Miró.

Cerca de 70 obras -principalmente pinturas, pero también esculturas, dibujos, collages, cerámicas, etc.- procedentes de numerosos museos y colecciones de todo el mundo, han sido seleccionadas por el comisario de la exposición, Tomàs LLorens, para presentar en las salas esta revisión del arte de Joan Miró frente a las tradicionales revisiones historiográficas centradas habitualmente en su vinculación con el surrealismo. Esta nueva clave de lectura permite además reexaminar aspectos de su producción y de su trayectoria que no han sido adecuadamente valorados hasta ahora, como por ejemplo, su obra posterior a la segunda guerra mundial y, particularmente, la de carácter tridimensional (escultura, cerámica, tejidos y otros objetos), y permite también entender el diálogo que Miró establece durante esos años con los artistas informalistas de la generación siguiente a la suya (Dubuffet, Tàpies, Millares o Saura, entre otros); una perspectiva diferente desde la que la obra realizada por el artista catalán en la segunda mitad de su vida cobra un peso mayor al que se le suele dar habitualmente.

Desde el punto de vista formal, el interés de Miró por el núcleo «tierra» se manifiesta por una exaltación de la materia y de los materiales que componen la obra de arte, lo que le lleva a alcanzar soluciones formales inéditas y extraordinarias, al igual que algunas de las más importantes corrientes artísticas del siglo XX, como el informalismo norteamericano y europeo.

Préstamos destacados e importantes descubrimientos
Entre las obras presentes en la exposición destacan por su relevancia algunos préstamos excepcionales como, por ejemplo, la pieza más destacada de Miró en los fondos del MoMA [El cazador (Paisaje catalán], los dos miró más importantes del Guggenheim de Nueva York [Tierra labrada y Paisaje (La liebre)] o las obras cedidas para la ocasión por el Centre Georges Pompidou de París [La Masovera y Pintura-objeto]; todas ellas piezas fundamentales en la trayectoria artística de Miró pero apenas vistas en Madrid. Destaca igualmente otro conjunto de préstamos procedentes de colecciones particulares internacionales; se trata de obras prácticamente desconocidas, por lo que esta exposición constituye una auténtica revelación y su primera presentación al público.

La exposición se articula a través de siete capítulos temático-cronológicos que recorren la totalidad de su trayectoria:

1- Mont-roig:
El recorrido de la muestra se abre con las obras inspiradas en el ambiente rural de la localidad catalana de Mont-roig. Estos paisajes, pintados entre 1918 y 1921, fueron para Miró una verdadera revelación de lo rural y están imbuidos de un sentido específico de lugar frente al desarraigo metropolitano de su Barcelona natal. Entre las obras reunidas en esta sala destaca el óleo La masovera, cedido por el Centre Pompidou, Musée National d’Art Moderne de París (imagen izquierda); en él impone la hierática presencia de la figura femenina, representando el ciclo de la vida a través del rito cotidiano del trabajo en el campo.

2 – Transparencias animadas:
Este capítulo reúne un segundo grupo de paisajes, realizados principalmente en París, que testimonian el contacto de Miró con las vanguardias parisinas y el nacimiento de un nuevo tipo de paisaje «metafórico», en el que lo rural pasa de la experiencia inmediata al dominio de la memoria. Lo terrestre pierde así su concreción y se vuelve de algún modo transparente; pero no por ello pierde su cualidad más fundamental, la de estar habitado por figuras y arquetipos que cristalizan en un espacio mítico. Este proceso de progresiva abstracción se inicia con la obra Tierra labrada (imagen que abre esta página) y se acentúa en Paisaje catalán (El cazador),en la imagen de la derecha; dos obras fundamentales de 1923-1924, ambas procedentes de Nueva York -la primera del Guggenheim y la segunda del MoMA-, que podrán contemplarse en la sala junto a dos versiones de la imagen del campesino catalán, una perteneciente a lo colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza y la segunda de la National Gallery of Art de Washington.

3 – Paisajes del origen:
El juego de la memoria y la búsqueda de lo esencial conducen al mito del génesis; un mito que alcanza su culminación pictórica en un grupo de paisajes de gran formato realizados en 1927, como los procedentes del Guggenheim de Nueva York, Paisaje (La liebre), a la izquierda, y Paisaje con conejo y flor de la National Gallery of Australia de Camberra, presente también en la exposición. En estas obras Miró evoca la imagen originaria de su Cataluña natal, dando vida a una personal representación del mito de la creación.

4 – Poliformismos:
A partir de 1929 el núcleo «tierra» en la obra de Miró se asocia con una cualidad específica de su trabajo: la prioridad de la materia sobre la forma. Este rechazo de la forma evoca, por una parte, la noción freudiana de polimorfismo mientras que, por otra, supone un menosprecio radical de lo artístico. Como ejemplo tenemos los collages y ensamblajes de los primeros años 1930, entre ellos Objeto, de 1931, cedido por The Museum of Modern Art de Nueva York, que representa la primera incursión de Miró en el campo de la escultura (imagen de la derecha).

5 – Figuras plutónicas:
La fertilidad de la tierra se alimenta de lo subterráneo, un dominio que, desde la Antigüedad clásica, se asocia con el reino de Hades o Plutón. Con el término «figuras plutónicas» se designa aquí un numeroso grupo de pinturas, muchas de ellas de pequeño formato, que Miró realiza entre 1934 y 1936, y en las que utiliza a veces técnicas y materiales heterodoxos o tradicionalmente menospreciados, como los soportes de cobre, y, en otras ocasiones, una paleta de colores más viva y violenta; Joan Miró da vida así a unos paisajes que parecen pertenecer a otro mundo, poblados de criaturas misteriosas. Entre ellos destaca una serie de pinturas sobre masonite, realizados en Mont-roig durante el verano de 1936, y en los que emplea materiales diversos como la caseína, el alquitrán o la arena, alcanzando un grado de expresividad próxima al informalismo; la exposición reúne por primera vez una selección de seis de estas piezas (Imagen izquierda: Pintura, procedente de una colección privada).

6 – El retorno:
El reencuentro de Miró con la masía de Mont-roig se produce en los años sombríos de la posguerra española y de la segunda guerra mundial. La obra del artista -realizada ahora en buena parte sobre papel- evoca un enjambre de personajes, muchos de ellos alados y hostiles, como las Euménides (las «viejas diosas» de Esquilo). Durante los primeros años de 1950 Miró vuelve a los objetos polimorfos de los años 1930, insistiendo en la prioridad de la materia. Experimenta con la cerámica y retoma con renovada audacia el interés por utilizar materiales diversos e insólitos, realizando un conjunto de obras que muestran ya el trabajo de un artista maduro y de éxito internacional, como la escultura Mujer, obra maestra procedente de la Fundació Joan Miró de Barcelona, realizada con hueso, piedra de afilar, hierro y óleo sobre gres (imagen de la izquierda). Pero, por debajo de la pluralidad de técnicas con que han sido realizadas estas obras, puede percibirse en ellas el clima moral de una Europa donde la memoria de la guerra es aún reciente. Son también los años en los que se produce el encuentro entre Miró y los jóvenes artistas informalistas.

7 – Ciclos:
En 1956 se instala definitivamente en Palma de Mallorca; su nuevo estudio le permite dedicarse de modo más continuado a la escultura y a ampliar sus exploraciones matéricas. La cercanía del mundo rural coincide con la vejez y la proximidad al ciclo de la vida y de la muerte. Esta última sección de la muestra está dedicada a la obra realizada en estos años en los que Miró trabaja también con frecuencia el formato monumental y temas ligados a lo femenino o a la sensualidad en su sentido más primordial y telúrico; son asuntos que tocan la cuerda más profunda de la sensibilidad del artista, desde la serie de mujeres y pájaros, a las esculturas de mujer en bronce y cerámica -esenciales y enigmáticas como si fueran ídolos primitivos-, hasta los ensamblajes que incorporan siempre nuevos materiales, como las emblemáticas obras que forman el ciclo titulado Sobreteixim (1972-1973). Todo ello muestra a un artista en búsqueda constante de nuevos y originales procesos creativos, de nuevas formas de expresión.

JOAN MIRÓ
(Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983)

Joan Miró se forma artísticamente en la Llotja de Barcelona y posteriormente en la Academia de Francesc d’A. Galí, de espíritu más renovador. En esa escuela y en el Cercle Artistic Sant Lluc, conoce a sus grandes amigos, E.C. Ricart y a J. F. Ràfols, dos artistas en un principio renovadores pero que posteriormente se anclaron en la moderada propuesta noucentista. Desde joven Miró se relaciona con el mundo más vanguardista de Barcelona que, por esos años, está en plena efervescencia. En 1917 Picabia llega a la ciudad, funda la revista dadaísta 391 y pone a los jóvenes artistas catalanes en contacto con el arte internacional.

A finales de 1920 Miró viaja por primera vez a París, donde conoce a Picasso. Durante toda esa década alterna los inviernos parisinos con largas estancias en la masía familiar de Mont-roig, en el campo de Tarragona. Esos serían los años cruciales de su carrera artística, en los que descubre su lenguaje personal. En 1921 empieza a trabajar en el estudio de Pablo Gargallo de la rue Blomet. Allí Miró tiene como vecino a André Masson, en torno a quien se forma el denominado grupo «de la rue Blomet», futuro núcleo surrealista. También conoce a Max Jacob, Pierre Reverdy y posiblemente a Tristan Tzara. La imaginación de Miró encontró su verdadera expresión a través de sus contactos con los poetas dadaístas y con el grupo surrealista. Con estos últimos compartía muchos de sus planteamientos teóricos, pero no estaba integrado del todo en el grupo ni asistía regularmente a sus reuniones y actividades. El poeta y antropólogo Michel Leiris, un gran entendido en ritos primitivos y arte exótico, se convirtió en uno de sus mejores amigos.

A partir de la década de los años 1930, Miró se consagró como una de las figuras más destacadas del panorama artístico internacional y como uno de los artistas clave del siglo XX. Los últimos años de su vida los pasó en Palma de Mallorca, trabajando en su estudio de Son Abrines, diseñado por Josep Lluís Sert.

Datos de interés:
Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado 8, 28014 Madrid.
Salas de exposiciones temporales (planta baja)
Horario: de martes a domingo de 10.00 a 19.00 horas. La taquilla cierra a las 18:30h.
Horario de verano: los meses de julio y agosto las exposiciones temporales permanecen abiertas hasta las 11 de la noche de martes a sábado.
Tarifas:
Exposición Miró – 5 € (Reducida: 3,5 € para estudiantes y mayores de 65 años previa acreditación).
Exposición Miró + Exposición Arikha + Colección Permanente: 12 € (8 € para estudiantes y mayores de 65 años previa acreditación).
Horario nocturno: Exposición Miró + Exposición Arikha : 7 € (5 € para estudiantes y mayores de 65 años previa acreditación).
Audio-guía
Venta anticipada de entradas en taquillas o en la web del Museo y en 902 400 222
Más información: 91 369 01 51 y www.museothyssen.org

Ficha de la exposición:
Título: Miró: tierra
Fechas: Del 17 de junio al 14 de septiembre de 2008
Organizadores y sedes: Museo Thyssen-Bornemisza y Ferrara Arte
Comisario: Tomàs Llorens
Comisaria técnico: Marta Ruiz del Árbol, Área de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza
Número de obras: 65
Publicaciones: Catálogo con ensayos de Tomàs Llorens. Editado en español e inglés.
Página web: español e inglés.

*Las imágenes y textos que aparecen en esta web han sido cedidas para la difusión de la exposición. Successió Miró. Museo Thyssen-Bornemisza.

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