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La guerra de Gila

Gila era socialista hasta las trancas aunque eso no le impidió ser uno de los humoristas más famosos en la época de Franco, fama que mantuvo y acrecentó en años posteriores sobre todo por sus apariciones en TVE. Y de las gracias de Gila la más sonada eran sus conversaciones en el frente que solían empezar con un: “Oiga, ¿es el enemigo?, pues que paren la guerra…” Eso han debido pensar millones de españoles al ver la toma de posesión de Carme Chacón, embarazadísima y escoltada por su antecesor José Antonio Alonso. Si Zapatero piensa que Carme Chacón es el mejor o la mejor ministro o ministra de Defensa que necesita España, nada que objetar. Pero si lo ha hecho para dar en las narices a los militares y de paso que se enteren de lo que vale un peine…, pues no le arriendo la ganancia. Siempre podrán decir que si hubieran puesto a un hombre tonto e ignorante, que hay muchos tanto en PSOE como en PP, nadie se habría fijado, pero la política de símbolos no se lleva bien con la eficacia. Y la eficacia en el las Fuerzas Armadas no estriba en la política de personal, ni siquiera en la sensata administración de los presupuestos, tiene que ver con hombres y mujeres que luchan y que mueren, tiene que ver con un ejército que no lleva rosas en los fusiles sino balas que siegan vidas, tiene que ver con la presencia de tropas en Afganistán y en Líbano y tiene que ver, y esa es la más dura, con un enemigo potencial que es Marruecos y que tratará por todos los medios de estorbar la soberanía española en Ceuta y Melilla. Traer hijos al mundo debería ser lo más normal sin que ello mermara un ápice los derechos laborales de las madres, pero por desgracia las guerras no se paran por el parto de una ministra.

Otra de las novedades de este Gobierno de diseño es la cartera de Igualdad, sin competencias y en tiempos en los que hay que administrar el presupuesto con cuentagotas. La Igualdad debe estar presente en todos los órdenes de la vida y deben velar que se cumplan las políticas de igualdad sobre todo los ministerios de Trabajo y de Justicia y por extensión la Policía actuando contra los maltratadores y la violencia de género. Y debe enseñarse en las escuelas y practicarse en las familias, pero mucho me temo que esta cartera de Igualdad se convertirá en una perla del despilfarro y de subvenciones a organizaciones feministas afines. Si no, al tiempo. Y de lo de Agricultura y Pesca ya ni hablamos. Cargarse de un plumazo un ministerio que tiene que ver con las cosas de comer, que existe desde la República, para difuminarlo en una especie de cartera verde de tinte ecologeta va a necesitar más de dos clases de Educación para la ciudadanía para explicarlo.