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"Españoles Eminentes" ciclo de conferencias en la Fundación Juan March

Entre el 25 de marzo y el 17 de abril

Coordinado por Juan Pablo Fusi, en este nuevo ciclo de conferencias se repasa la vida, obra y pensamiento de Cervantes, Arias Montano, Quevedo, Mayans, Giner de los Ríos, Galdós, Unamuno y Goya, ocho figuras que pueden apreciarse como una secuencia de la propia historia de España

Coordinado por el historiador Juan Pablo Fusi, quien ya hizo lo mismo el pasado año en la primera serie de este ciclo a partir del martes 25 de marzo, a las 19,30 horas (con entrada libre, hasta completar el aforo) tiene lugar en Madrid, en la sede de la Fundación Juan March (www.march.es), un ciclo de ocho conferencias con el título de «Españoles eminentes».

En este ciclo, un grupo de especialistas se propone revisar la vida, obra y pensamiento de una serie de figuras, que pueden apreciarse como una secuencia de la propia historia de España. En esta ocasión los “españoles eminentes” son: Cervantes, Arias Montano, Quevedo, Gregorio de Mayans, Giner de los Ríos, Pérez Galdós, Unamuno y Goya. El año pasado, la primera serie estuvo compuesta por Luis Vives, Saavedra Fajardo, Feijoo, Jovellanos, Pardo Bazán, Ramón y Cajal y Ortega y Gasset.

*25 de marzo
Pedro M. Cátedra
Miguel de Cervantes

*27 de marzo
Luis Gómez Canseco
Benito Arias Montano:
Un español silente en la historia

*1 de abril
Pablo Jauralde
Francisco de Quevedo

*3 de abril
Mª Luisa López-Vidriero
Tesoro de una y de otra Europa: Mayans y la ensoñación de los libros

*8 de abril
Octavio Ruiz-Manjón
Francisco Giner de los Ríos, eminencia en la sombra

*10 de abril
José-Carlos Mainer
Benito Pérez Galdós

*15 de abril
Pedro Cerezo
Unamuno: ecce homo

*17 de abril
Manuela Mena
Francisco de Goya

Para Juan Pablo Fusi todos estos nombres –los del primer ciclo y estos del segundo- pueden considerarse eminentes, esto es, según el Diccionario de la Real Academia Española, que descuellan entre los demás, que sobresalen y aventajan en mérito u otras cualidades. Para Fusi las biografías de estos eminentes son “episodios ilustres de la vida española, y el conocimiento de los cuales permite ver la misma historia española desde perspectivas parciales indudablemente pero ciertamente privilegiadas”. También considera que “el tema de la eminencia se relaciona de forma palmaria con cuestiones como mérito, prestigio, autoridad moral y ejemplaridad”.

Pedro M. Cátedra, catedrático de Literatura española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca: “Los lectores más inmediatos de la obra de Cervantes podían reconocer el alcance y la oportunidad de una experiencia vivida, que, sin duda y en el caso de la obra genial de Cervantes, podían percibir en la complejidad y la polifonía significativa del Quijote, complejidad significativa a la que el propio Cervantes se refiere en algunas ocasiones. Esa Erlebniss es el resultado de una experiencia histórica común, y el detalle o la descripción de esa experiencia con los instrumentos historiográficos apropiados nos permite poner en su lugar no sólo el sentido original de mitos como el de don Quijote o el uso de lo literario como medio de expresión personal –desde la confesión a la crítica social o política y la disidencia–, y como instrumento literario puro para el entretenimiento o para la innovación creadora que, entre otras cosas, hace posible una de las grandes aportaciones de Cervantes, la novela moderna.”

Luis Gómez Canseco, profesor titular de Filología Española en la Universidad de Huelva: “En un siglo de efervescencias, como lo fue el XVI, Benito Arias Montano aspiró a pasar en silencio. El estudio y la sabiduría le llevaron cerca del poder, pero nunca quiso aprovechar la circunstancia. Por el contrario, en sus cartas se repite de continuo el deseo de retirarse con sus libros. Sin embargo, sólo su situación privilegiada y sus muchos conocimientos le permitieron afrontar una tarea descomunal y arriesgada, como fue la Biblia Políglota de Amberes, que imprimió su buen amigo Cristóbal Plantino. Junto a esos enormes esfuerzos por comprender los textos bíblicos, poemas, cartas, grabados, amistades y enseñanzas lo convirtieron en una figura clave para entender el reinado de Felipe II y la invención simbólica de El Escorial alrededor de una biblioteca”.

Pablo Jauralde, catedrático de Literatura Española de los Siglos de Oro en la Universidad Autónoma de Madrid: “Intentaré contestar primero a las razones por las que Francisco de Quevedo ocupa un lugar tan sólido en el retablo de nuestras celebridades, es decir, qué es lo que permanece como motivo de admiración. Trataré, igualmente, de su actitud en el caso de lo que se llama «conciencia nacional», señalando especialmente cómo fue uno de los diseñadores de ese espacio, cuestión que se enreda con la historia de España durante su periodo vital (1580-1645) y otros temas mayores (leyenda negra, monarquía hispana, nacionalidades, etc.). Aunque todo ello será ejemplificado con versos, lo más adecuado por su brevedad compendiosa, será oportuno ir desgranando al mismo tiempo la variedad de obras, tonos y estilos con los que Quevedo responde a sus impulsos creadores ilustra a sus contemporáneos, lo que no deja de ser un motivo más de su eminencia histórica”.

Mª Luisa López-Vidriero, directora de la Real Biblioteca de Madrid: “Imaginarse impreso un gran Diccionario de alas ligeras y diligentes, se le ocurría a Gregorio Mayans y Siscar en 1733. Al comentarlo con el librero Antonio Bordázar añadía «ojalá no sean aéreas como los proyectos de Dn. Blas Nasarre en orden a establecer imprenta en la real biblioteca». Representante del humanismo renovado, erudito, impulsor del cambio en los estudios, reformista ilustrado, reconocemos en él al intelectual que ni concibe un proyecto de transformación cultural independiente del libro y de la imprenta ni renuncia a que las instituciones sean sus promotoras. Mi conferencia recrea la importancia que para la ilustración española tuvo la figura de un fervoroso creyente en la imprenta como vehículo del progreso.”

Octavio Ruiz-Manjón, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid: “A partir de 1876 la figura de Francisco Giner de los Ríos (1839, Ronda – 1915, Madrid) puede considerarse como una de las más influyentes de la vida intelectual española. La batalla que sostuvo entonces a favor de la libertad de cátedra le llevaría a la creación de la Institución Libre de Enseñanza, inspirada en la filosofía moral del krausismo. Con el paso del tiempo, la Institución renunciaría a su propósito inicial de crear una universidad libre, al margen de la enseñanza oficial, pero se convirtió en un observatorio social y en un gabinete pedagógico desde el que se propusieron medidas encaminadas a la transformación de la sociedad española.”

José-Carlos Mainer, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza: “Benito Pérez Galdós (1843-1920) fue el «escritor nacional» por antonomasia como pudo serlo su admirado Charles Dickens en el Reino Unido o Víctor Hugo en Francia. Tal cosa se hizo explícita en la elección del rótulo de Episodios Nacionales, que definió su proyecto narrativo de 1873-1912, concebido como una historia del nacimiento y desarrollo del nacionalismo liberal español. Pero no menos «nacionales» resultaron sus Novelas contemporáneas que, a su vez, fueron una crónica de la lucha de ideas, de los interiores domésticos de la burguesía y del papel del dinero en la vida española de la segunda mitad del XIX. Y quizá más «nacional» todavía fue su teatro tardío donde estrenos como los de Electra, Casandra, Alma y vida y Sor Simona jalonaron relevantes episodios de la vida moral de nuestro país en los inicios del siglo XX.”

Pedro Cerezo, catedrático de filosofía de la Universidad de Granada y autor, entre otros libros de Las máscaras de lo trágico. Filosofía y tragedia en Miguel de Unamuno (Ed. Trotta, Madrid, 1966), obra que contó con una ayuda de la Fundación Juan March y a la que pertenece este párrafo: “Ser escritor, en sentido radical y pleno, exhaustivamente, es decir de cuerpo entero y de toda la vida, como lo fue Unamuno, supone una forma integral de ser hombre: existir en la palabra. Si esto es válido genéricamente, pues no hay vida humana sin palabra, en el escritor cobra un carácter ejemplar. Toda su existencia es pneumática: no hay hecho, experiencia, sensación o emoción que no se le den en carne de palabra. Literalmente, no puede vivir sin escribir, sin dar forma verbal a su vida, plasticidad y figura a su experiencia interior, que de otro modo quedaría informe y confusa. (…) Unamuno vivió su vocación de escritor como un poseso.”

Manuela Mena, responsable del área de pintura del siglo XVIII y de Goya en el Museo del Prado: “2008, año del 200 aniversario de 1808 y el inicio de la Guerra de la Independencia, han servido para la realización de una serie de conmemoraciones de carácter histórico y artístico en las que la figura de Goya está teniendo un papel primordial, y aún se podría decir que decisivo. Es importante señalar que a la documentación histórica y literaria que existe de aquel período, que tuvo sus inicios con el fin del Antiguo Régimen en Francia y la Revolución, con sus repercusiones en España, hay que añadir la que Goya dejó con sus imágenes, en la pintura, las estampas y las series de dibujos. Es impensable imaginar aquél tiempo sin sus obras, que son documentos históricos de primera mano, en los que sus testimonios son fundamentales. Sin embargo, no actuó sólo como un puro ”testigo de su tiempo”, como un reportero neutral y realista, apreciación que es frecuente encontrar en los escritos sobre su figura, porque es fundamental contar con sus juicios y su crítica, es decir, con su visión personal de la realidad en la que vivió. La figura artística de Goya, con su dimensión profunda, inabarcable como la de un gran filósofo, fue resultado de su inteligencia privilegiada, de sus profundos sentimientos, de su relación con su patria, sus gobernantes y con la sociedad en general, y de su asombrosa penetración en el conocimiento de la naturaleza humana.”

Datos de interés:
Fundación Juan March
Castelló, 77 – Madrid