Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Producciones
4 de marzo – 12 de mayo 2008

El videoartista de origen taiwanés Chen Chieh-jen presenta, dentro del programa Producciones del Museo Reina Sofía, su último trabajo, titulado Tribunal Militar y Prisión (2007-2008). Se trata de uno de los creadores taiwaneses más conocidos mundialmente por su contribución a la recuperación de la memoria histórica de su país, pues ha sacado a la luz procesos de violencia y sometimiento mediante el vídeo, la performance y la fotografía.

La muestra consta de dos vídeos, proyectados en salas distintas y con una duración dispar; ambos con sonido, al contrario que los trabajos anteriores de Chen Chie-jen que se caracterizan por el slow-motion y el silencio.

El primer vídeo, de una hora de duración, es quizás el más personal, ya que invita al espectador a conocer los recuerdos infantiles de Chen: la prisión y el tribunal militar que existían en las cercanías de su casa en el Condado de Tapei, en Taiwan, donde él solía jugar, y en la que se juzgó a los miembros del “Caso Formosa” y posteriormente fue convertida en un memorial a los derechos humanos. El segundo vídeo, mucho más corto, transmite la versión oficial del Gobierno sobre los años de la dictadura o la Ley Marcial en Taiwán y sobre quiénes fueron las víctimas.

Ambos trabajos se basan en dos elementos fundamentales: por un lado, muestran la realidad tangible, histórica y auténtica; y por otro, el mundo de sus recuerdos y experiencias personales.

La obra que presenta en el Museo Reina Sofía tiene como principal protagonista a un preso político que lleva mucho tiempo cumpliendo pena, es el símbolo de alguien abandonado por todos. El resto de los actores giran en círculo –del que no pueden escapar- vigilados por una cámara; ellos representan a la sociedad actual taiwanesas: el núcleo de la obra de Chen es Taiwán y quienes lo habitan, por esta razón, los protagonistas son disidentes políticos, activistas sociales, una enfermera o un indigente.

Los personajes no están ni dentro ni fuera de la sociedad, como Taiwán, que es, según el artista, “un país no país”; es importante verlos, por tanto, como individuos que pueden pertenecer a cualquier lugar del mundo.

La historia será clave para adentrarnos en la obra de este artista. Su discurso nos permite conocer la de personas que viven en los márgenes de la sociedad y que “escriben sus historias” fuera de los periódicos o de la ley.

Chen Chieh-jen nació en 1960 en Taoyuan, provincia de Taiwán, pero su infancia la pasó en el Condado de Tapei. Cerca de su hogar, y donde él solía jugar, existía una prisión con un tribunal militar, lugar evocado constantemente en su obra Tribunal militar y prisión.

Desde joven sintió fascinación por el mundo del arte. Estudió pintura tradicional y, a finales de los setenta, decidió formarse de manera autodidacta en arte contemporáneo occidental. En los años ochenta comienza a interesarse por la performance y es en esta década, cuando los movimientos culturales taiwaneses reivindican el fin de la dictadura militar y el levantamiento de la Ley Marcial, algo que se consigue en 1987. Este hecho supuso un cambio histórico para Taiwán y para Chen, un momento de reflexión sobre sí mismo y sobre el arte. En estos años, el artista visita su casa familiar, el cementerio, los alrededores de la prisión, con el único objetivo de recordar.

En 1996 realiza la serie en blanco y negro Revolt in the Soul & Body, en la que reinterpreta fotografías históricas de masacres; su labor se centrará en reescribir la historia impuesta por el poder y reflexionar sobre la violencia hacia la población. Su segunda serie de fotografías se titula 12 Karmas Under the City, en la que sugiere que la ficción cinematográfica ha servido para condicionar nuestra visión desencantada sobre el presente y el futuro que nos espera.

En 2002 realiza su primer trabajo de videoarte titulado Lingchi-Echoes of a Historical Photograph, donde recrea la imagen fotográfica de un suplicio. Un año después y bajo el título The Factory, Chen reflexiona sobre la industrialización, la economía y la globalización. En Bade Area (2005) vuelve a tratar el tema de la globalización, pero desde el punto de vista de sus efectos, en concreto, aquellos que sufren las industrias taiwanesas. En 2006 y bajo el título de The Rout, presenta una crítica a la situación de aislamiento que sufre Taiwán en la escena internacional a través de una huelga de astilleros taiwaneses (imagen que recuerda la de los astilleros en Liverpool durante el gobierno de Margaret Thatcher).

Este videoartista ha participado, entre otras, en la Bienal de Venecia 2005, en la Bienal de Estambul 2007 y en la exposición “El ojo pantalla”, celebrada en Casino Luxemburgo, en 2007. Recientemente, la Asian Society and Museum de Nueva York le dedicó una exposición retrospectiva de su producción de Videoarte
Coordinación: Amelie Aranguren


Tribunal militar y Prisión (2007- 2008)
Película de 35 mm transferida a DVD, vídeo-instalación de un canal,
color con sonido, 62 min., 22 seg.

Declaración del artista
Chen Chieh-jen

Ya en mis recuerdos más tempranos, frente a mi casa se erguían un tribunal militar y una prisión de la era de la ley marcial en Taiwán. De niño, jugaba en los alrededores de los muros de la cárcel. Durante todo mi desarrollo, el tribunal militar y la prisión formaron parte de mi vida cotidiana, como objetos naturales.
Más tarde y de manera gradual, fui tomando conciencia de que sus paredes encerraban a numerosos presos políticos, pero en los días del anticomunismo y la ley marcial los presos políticos eran un tema tabú sobre el que no se hablaba. Como resultado, al pasar junto a la cárcel a menudo me preguntaba inconscientemente: ¿Qué estará ocurriendo dentro? ¿Cómo es el interior de la prisión? ¿Qué piensan las personas que están encerradas en ella? ¿Y qué relación tiene este lugar conmigo?
Cuando la ley marcial se abolió en Taiwán en 1987, hablar abiertamente de política dejó de ser un tabú. El sistema de la ley marcial y el periodo del Terror Blanco se convirtieron en temas que con frecuencia se analizaban públicamente en los medios de comunicación. Por azares del destino, con el tiempo llegué a conocer a algunos de los antiguos presos políticos que una vez estuvieron encarcelados en la prisión y les oí describir algunas de las cosas que sucedían tras sus puertas.
En 1988, me mudé y dejé aquella vieja casa situada junto a la prisión.
Y, sin embargo, en ocasiones aún pensaba: ¿Podría ser que, al reprimir y aislar cruelmente a estos presos políticos, la maquinaria del Estado estuviera también llevando a cabo un especie de neurocirugía colectiva para bloquear las habilidades cognitivas de una generación —la mía— que había nacido en la época de la Guerra Fría y la ley marcial, con el fin de que, inmersos en una sociedad en la que se había cercenado toda forma de diálogo con personas cuyas opiniones eran diferentes o discrepantes, perdiéramos gradualmente la capacidad de pensar y debatir hasta transformarnos en individuos domesticados, sometidos al antiguo sistema anticomunista de la Guerra Fría y al servicio del neoliberalismo actual, que sigue fomentando esta conciencia de domesticación?
En 2004, el gobierno taiwanés comenzó a reformar el tribunal militar y su prisión con el propósito de convertir las instalaciones en el Monumento a los Derechos Humanos de Taiwán. Se inauguró oficialmente el 10 de diciembre de 2007.
En octubre de 2007, regresé y permanecí fuera de los muros de la cárcel contemplando este monumento conmemorativo que estaba a punto de inaugurarse, pero en el que aún no se podía entrar a causa de las reformas. Imaginé que tras la inauguración se exhibirían numerosos archivos que antes estaban vedados, se revelarían los brutales métodos de represión del aparato del Estado, se narraría la historia oral de los que allí habían sufrido y se emitirían documentales sobre estos temas.
Hoy, la ley marcial ha terminado. ¿Cómo es posible que el Estado soberano, enmarcado en el sistema político y económico neoliberal, siga participando en esta neurocirugía dirigida a anular las habilidades cognitivas a través de la política, la ley y los medios de comunicación en nombre de la «conservación del orden social»? ¿Y cómo logra instaurar un nuevo sistema para excluir y controlar a personas como los trabajadores extranjeros, los cónyuges inmigrantes, los obreros que se dedican a la economía sumergida y los ciudadanos que han perdido su derecho de residencia? ¿Cómo se pueden dar a conocer y reflejar las voces «discrepantes» que existen hoy en día entre las razas, las sociedades y las distintas clases?
De pie, fuera de los muros de la prisión reformada, imaginé que, en el interior de ese lugar tan cercano al que una vez fuera mi hogar, podía quedar un disidente olvidado, deambulando de un lado a otro en esta prisión y este tribunal militar que pronto se convertirían en un monumento conmemorativo, escrutando el sistema de control de la sociedad contemporánea. Imaginé que este espacio podría ser un lugar en el que se revelarían, se organizarían y se exhibirían los archivos que antaño fueran confidenciales, un entorno para la reflexión, para la observación constante del estado actual de las cosas. Imaginé cómo esos grupos que han sido excluidos por el sistema de control podrían invertir la situación y examinar, a través de un autorretrato permanente, esta sociedad que es el resultado de la neurocirugía para la anulación del pensamiento…
Antes de visitar este lugar, deseaba filmar mis reflexiones sobre «un tribunal militar y una prisión que estaban a punto de transformarse en un monumento conmemorativo» con el fin de examinar la parte de mis pensamientos y mi conciencia que se habían «bloqueado» en el pasado. Mi objetivo era intentar describir el sistema de vigilancia y de control que sigue existiendo en la actualidad y reflejar las vicisitudes humanas.
Para preparar esta película, convoqué a varios estudiantes de sociología, desempleados, trabajadores extranjeros y personas sin hogar con el fin de que representaran un papel en ella. Invité también a algunos trabajadores inmigrantes ilegales sin documentos de identificación oficiales, pero, pocos días antes del comienzo del rodaje, estos trabajadores ilegales fueron detenidos por la policía. Por ello, en la película sólo han podido estar presentes a través de su ausencia.

Nota 1: las escenas de esta película que reflejan el «tribunal militar y la prisión en fase de reforma» no son auténticas; todas ellas se rodaron en realidad en decorados construidos en una fábrica que estaba a punto de reformarse.

Nota 2: la estructura de metal que aparece en la película es un arquetipo de los «edificios temporales» que se encuentran repartidos por todo Taiwán en instalaciones como fábricas, casuchas para obreros, edificios ilegales y alojamientos temporales.

Imagenes: Imagen fija de “Tribunal militar y prisión” , 2007-2008

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