La autoría de las sombras


Por Andrés Merino

Jesús Rubio Jiménez, profesor titular de Literatura española en la Universidad de Zaragoza, ganó el premio Manuel Alvar con su obra “Pintura y Literatura en Gustavo Adolfo Bécquer”, un ensayo sobre la presencia de la primera en la obra del autor romántico, que ha publicado la Fundación José Manuel Lara. El interés del libro aumenta por la inclusión del primer catálogo de sus dibujos, de los que más de cien se reproducen.

El poeta fue un escritor en una familia de pintores. Hijo, hermano y sobrino de artistas, creció aprendiendo el oficio estético, que no pasó exactamente a un segundo plano cuando la escritura triunfó en sus preferencias creadoras, sino que se mantuvo siempre presente como expresión plástica de un rico mundo interior. Bécquer fue también crítico de arte, viviendo la pintura –y la música- como un ensanche, una ampliación de los ya amplios predios del lenguaje escrito.

El ensayo comienza con una descripción del ambiente costumbrista de la pintura sevillana con la que el escritor compartió su infancia, así como la forma en que incorporó los cánones y libertades hispalenses a sus propios procesos creativos. En estos puntos Rubio acierta de plano al subrayar influencias no sólo de la ribera del Guadalquivir, sino en recordar el contacto del padre del escritor nada menos que con pintores ingleses que le dieron noticia del paisajismo romántico europeo. Aquellos pintores extranjeros, viajeros, obligaron a los andaluces a revalorar su propio patrimonio, a acercarse a lo cotidiano y lo festivo con otros ojos, lo que cristalizó en la construcción de la imagen romántica de la Andalucía becqueriana. Ni Gustavo Adolfo ni su hermano Valeriano olvidaron tampoco la herencia de los maestros sevillanos, Murillo y Velázquez. El propio Valeriano comenzó como copista del primero. Pero supieron valorar creaciones exteriores. Como crítico, el escritor alabó a los grandes pintores de historia, especialmente los franceses, como creadores de una pintura razonada, filosófica. Precisamente los escenarios históricos, como el de los sepulcros medievales cuyas estatuas toman vida en la Leyenda “El beso”, son entornos artísticos, estéticos y creativos. No sólo escenarios, sino personajes que se mueven entre sombras.

Rubio ensaya un catálogo de los dibujos de Gustavo Adolfo. Tímidos bosquejos conviven con escenas elaboradas. Destaca la seriedad en el trazo, la seguridad, tanto en la imagen cotidiana de un rostro que mira, apenas esbozado, como en lo ceremonioso de un Carlos V recibido en un interior por un grupo de soldados, o la impresionante reproducción del sepulcro del Cardenal Tavera.

La obra finaliza con una extensa reflexión sobre las claves de interpretación de la obra plástica del escritor. Si recomendamos su lectura por la novedad e interés del tema, expuesto con rigor y de indudable calidad, no podemos dejar de constatar nuestra sorpresa por el tratamiento que el especialista da a la conocida serie de sátiras sobre la Familia Real que se difundió en los años anteriores y posteriores a la caída de Isabel II. Bajo el seudónimo Sem, durante décadas se ha sostenido la autoría de los hermanos Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer en una durísima crítica gráfica al poder, que no casa en absoluto con la belleza estética de los dibujos ahora analizados. Por eso resulta manifiestamente insuficiente afirmar que otra edición de las caricaturas salió a la venta con la firma de Ortego, sin comprometerse en una teoría concreta. No es válido afirmar que se hará en otro momento cuando se acaba de presentar un elenco estético de calidad de una forma llamada a ser, se quiera o no, en buena medida definitiva en los estudios de historia de las relaciones entre dibujo y literatura, al menos en lo que al autor de “Leyendas” se refiere. Pese a ello el libro, se compartan o no sus conclusiones, es de notable interés y calidad.

“Pintura y literatura en Gustavo Adolfo Bécquer”
Jesús Rubio Jiménez
Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 451 pág.

ISBN: 978-84-96556-83-6

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