Miles de obras de pintores importantes del panorama artístico del siglo XX conviven con los «Objetos Encontrados» del poeta, coleccionista y soñador Antonio Pérez

Uno de los coleccionistas más importantes de España. Entre las obras que ha coleccionado hay nombres de artistas como Millares, Valdés, Feito, Canogar, Eva Lootz, Arroyo, Torner, Gordillo, Saura, Equipo Crónica, Chillida, entre otros, que se pueden ver en la Fundación Antonio Pérez en la ciudad de Cuenca. Miles de obras que ya no caben en la Fundación y que también se pueden ver en el Museo de Obra Gráfica San Clemente, un edificio de arquitectura civil del renacimiento castellano del siglo XVI más importante de España. A los ojos del mercado del arte podría decirse que estamos ante un hombre rico, pero él no se considera millonario por los valiosos cuadros que cuelgan de las paredes de las instituciones y museos que los acogen, sino por los amigos que ha hecho a lo largo de su vida bohemia y por los numerosos objetos inservibles de los que se ha encaprichado.

Por María Jesús Burgueño

La gente puede pensar que yo vengo de una familia de millonarios. Ni mucho menos, explica Antonio Pérez, mi padre se dedicaba a vender por los pueblos. Yo soy el menor de una familia numerosa, he sido el chico raro que le da por coleccionar desde muy niño. Siempre he dicho que mi Fundación empezó en mis bolsillos de mi pantaloncillo corto de pana. Allí guardaba todos mis secretos, todo lo que cogía. Era un niño muy social al tiempo que muy solitario y buscaba y guardaba todos mis tesoros en mis bolsillos. Cuando llegaba a casa iba colocando todo lo que me había encontrado por todas las habitaciones. Recuerdo cuando conocí a Saura y a Millares ellos me hicieron una especie de boletín de mis pertenencias en Sigüenza. Les fascinó las cosas tan absurdas que coleccionaba. Yo descubría cosas que después, años más tarde, también descubrí en Gómez de la Serna. En una tienda de la calle Hortaleza o Fuencarral, no me acuerdo bien, en una tienda que vendía semillas y que se llamaba Don Robustiano (no sé qué), allí encontré muchas cosas, incluso un día encontré un tiesto con cara de hombre con semillitas dentro y cuando se regaba le salía barba, para mí fue todo un hallazgo. Lo que yo encuentro son objetos que siempre tienen que ver con el arte.

¿Cuál es su objeto preferido?

R– Es mi primer “tarro de vilanos”. Se puede decir que es una mirada irónica, es como un “saura”, un “gordillo”, un “tapies”… Comencé con mi famoso tarro lleno de vilanos, son esas semillas que se encuentran en el campo y que se soplan para pedir un deseo. A partir de aquel primero he hecho más tarros, creo que es de las cosas más interesantes que he hecho, dentro del surrealismo. Al principio no los coleccioné para exponer, fueron mis amigos Gordillo, Saura y unos cuantos más, los que me animaron a exponer. Son objetos muy poéticos. Los ponía junto a mis cuadros. Primero eran posters, después grabados, dibujos y luego pintura. Mis objetos siempre están junto a estas obras de pintores y artistas importantes. Van a la par.

¿Cómo es la convivencia de los miles de objetos que se apilan y colocan milagrosamente en su casa y se reparten en la Fundación? ¿Una convivencia surrealista?

R– Sí, es algo surrealista. Yo nunca he distinguido la diferencia de emoción en el arte. Yo puedo tener un “millares” o un “saura” que forman parte de mi vida, son de mis amigos, junto a un objeto encontrado que también forma parte de mi vida, de mi mismo. Incluso la convivencia es tan íntima que he intercambiado objetos míos por obra suya, “les he engañado”, he intercambiado dibujos de Saura por objetos encontrados. Incluso he llegado a la desfachatez, de pegar un objeto mío sobre un catálogo de Saura, por ejemplo. Eso le gustaba muchísimo a Antonio y recuerdo que nos cambiábamos cosas.

Ha sido una pasión tan grande que ya tenemos en la Fundación 3.000 ejemplares, entre escultura, dibujo, grabado y objetos encontrados. Yo al principio no quería meterlos en la Fundación, me parecía un poco… Fue Jesús Carrascosa, director de la Fundación el que dijo que había que ponerlo y es curioso, esto es lo que le da a la Fundación un carácter diferenciador, por ejemplo con el Museo de Arte Abstracto de Cuenca que es magnífico. Es otra forma de ver el arte.

¿Cómo y dónde se encuentra los objetos?

R– Tengo miles, miles de objetos encontrados, no hay un día que me vaya a casa sin un objeto o varios en mis bolsillos. Y si ya salgo a los alrededores de una ciudad o incluso a un basurero o a los sitios que yo llamo de “arqueología industrial” que se encuentran en las inmediaciones de las fábricas, donde hay desechos…, es tremendo… Si encuentro a alguien que me lleve en coche, porque yo no conduzco, sabe ya que a la vuelta venimos cargados de cosas que siempre valen. Al principio, algunas, es verdad que no se sabe para qué. Tengo piezas guardadas durante un año, que luego reciclo.

Hace poco estuve en un pueblo de Cuenca ya en la sierra y vine con ocho objetos magníficos y grandes, estupendos, ocho objetos. A veces encuentro cosas en el campo que tengo que dejar allí, porque no puedo con ellos, hasta que encuentro a alguien que me lleve en coche y entonces cargo. A veces a la vuelta no están. En el campo siempre hay ojos que te están vigilando y sospechan. ¿Qué hace ese señor escondiendo unas cosas? Y cuando te alejas, ellos se acercan a ver lo que es y ven que es una tontería para ellos. Yo tengo una táctica, como no puedo cargar con estos objetos, por pesados, a veces los escondo entre unas zarzas. Luego vuelvo al mes o medio mes y ya no están. Me doy cuenta de que alguien ha pasado, lo ha visto, se ha cabreado y lo ha tirado. Cuando me voy “pumba” cogen lo que he escondido y lo tiran cabreados. Como ya lo sé entonces empiezo a dar vueltas, y claro como siempre alguien está mirando y seguro que está pensando, “este tío es tonto”, pero encuentro lo que había escondido.

¿Cuándo comenzó su amistad con los pintores?

R– Yo empecé mi gran amistad con Saura y Millares cuando éramos muy jóvenes, eran un poquito mayores que yo, unos cuatro años más. Tenía unos 18 años cuando decidí recorrer los ríos de España a pié, con mi mochila al hombro, comenzaba en el nacimiento del río y le acompañaba hasta su desembocadura en el mar, así conocí muchos pueblecitos. Cuando llegue a Cuenca me encontré a Berrocal, el escultor, me dijo que había dos chicos muy majos, se trataba de Millares y Saura que vivían allí. Me acerqué a su casa llamé y ya me quedé en su casa a desayunar, comenzamos a hablar y me quedé a cenar y a dormir. Cuando volví de recorrer los ríos, me quedé otra vez en su casa. Esta amistad ha durado toda la vida, hasta la muerte.

La relación con los pintores ha sido muy especial, siempre me han considerado como pintor, yo también pintaba entonces. Muchas veces cuando colgaban sus cuadros para las exposiciones me llamaban para que yo les diera consejos. Yo dibujaba muy bien de joven, incluso del natural, hacía retratos…, perocuando conocí a estos pintores, dejé de dibujar, y me dediquéa la relación con ellos. Conocí mucho a Francisco Mateos, un pintor excelente, nos descubrimos en una galería y me dijo: “Muchacho tú eres pintor, la forma de mirar es de un pintor” nos hicimos muy amigos y conocí su estudio. Así he conocido a muchos artistas y críticos de arte. Eran tiempos muy distintos a los que vivimos ahora, las casas se abrían más. Con 18 años llamé a la casa de Baroja, y salió una viejecita que te preguntaba qué querías, le decías que venías a ver a Pío Baroja y ya te quedabas allí.

¿Se hace o se nace coleccionista?

R-Todo se hace y todo se nace. Se nace coleccionista, en ese caso uno se deja llevar por la pasión y la sensibilidad. Yo no sé si sabré de arte, pero sí puedo decir que tengo una pasión enorme, he trabajado en ello toda mi vida, y creo que tengo una gran sensibilidad. Para mí el arte es algo muy profundo. Tengo la suerte de dedicarme al arte, sólo al arte, las cosas burocráticas de la Fundación me las hacen. Lo que sí trabajo es la amistad, el cariño cuando hay arte por medio, eso sí que lo trabajo, la parte más personal. Lo demás me aburre. Me parece lamentable la cantidad de tiempo que se pierde en no hablar de arte y sí hablar del mundo del arte.

-¿Qué falta por descubrir en el arte?

R-Estamos viendo como la evolución del arte es un ir y venir. Estamos en un momento extraordinario en el que hay una libertad absoluta en el arte. No falta nada por descubrir lo que se necesita es ahondar en todos los estilos y formas del arte. Lo que falta es cultura, no que pasen 50 años, ni 20 para que se pueda apostar por los artistas más jóvenes. Lo que hay que exigirles es cultura. La pintura sale de la pintura. La poesía nace de la poesía. Arte son las pinturas de las cuevas de Altamira y también las del Prado.

Museo de Arte Contemporáneo. Fundación Antonio Pérez.
Convento de las Carmelitas, Cuenca.
Ronda de Julián Romero, 20.
16001 Cuenca.
Tfno: (34) 969230619

Museo obra Gráfica San Clemente. Fundación Antonio Pérez.
Edificio del siglo XVI en San Clemente.
Plaza Mayor s/n.
16600 San Clemente. Cuenca
Tfno: (34) 969301200

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