Hasta el 27 de abril de 2008 en el Museo Guggenheim Bilbao.
Esta exposición abierta al público desde el pasado 11 de octubre muestra aproximadamente 200 obras. Ofrece un extraordinario panorama de la diversidad cultural e histórica estadounidense. Art in the USA: 300 años de innovación, la muestra más importante de arte norteamericano exhibida en Europa hasta la fecha.

Comisarios: Thomas Krens, Director, Solomon R. Guggenheim Foundation. Susan Davidson, Curator Senior, Solomon R. Guggenheim Museum; Elizabeth Kennedy, Curator de la Colección, Terra Foundation for American Art, y Nancy Mowll Mathews, Curator Senior Eugénie Prendergast de Arte de los Siglos XIX y XX, Williams College Museum of Art

Co- organizada por la Solomon R. Guggenheim Foundation y la Terra Foundation for American Art, se trata de la exposición más importante de arte norteamericano expuesta en Europa hasta la fecha. Exposición patrocinada por: Iberdrola. Itinerancia internacional facilitada por Alcoa Foundation. Dotación original aportada por The Henry Luce Foundation

Dividida en seis períodos históricos, la exposición se presenta en el primer y segundo piso del Museo, con obras de cerca de 120 artistas desde comienzos del siglo XVIII hasta la actualidad. Se trata de una ambiciosa muestra sobre arte de Estados Unidos, un país en el que nuestra Compañía tiene una creciente presencia y que constituye uno de los pilares de nuestro liderazgo mundial en el desarrollo de energías limpias.

Las obras de arte que se incluyen en Art in the USA han sido seleccionadas de colecciones que se encuentran en Estados Unidos y Europa y que retratan la historia de la experiencia natural y cultural de Estados Unidos y de su gente.

El viaje artístico por Estados Unidos que se muestra en esta exposición comienza con imágenes tempranas, entre las que se incluyen importantes retratos de los fundadores de la nación e inspiradas pinturas paisajísticas de la naturaleza virgen del oeste americano. Las fotografías sobre la Guerra Civil Americana y las obras producidas ante el cambio de siglo son una muestra de la industrialización, la prosperidad y los avances tecnológicos. Las obras del siglo XX demuestran cómo diferentes estilos e imágenes de la prosperidad norteamericana de ciudades y barrios residenciales, de la industria y la moda, y del ocio y el entretenimiento se han convertido en referentes culturales en todo el mundo, a través del arte abstracto, del Arte Pop, y de las instalaciones de vídeo y multimedia.

Co-organizada por la Solomon R. Guggenheim Foundation y la Terra Foundation for American Art, la presentación en Bilbao ha sido posible gracias al patrocinio de Iberdrola, compañía que ha proporcionado un significativo apoyo al Museo Guggenheim Bilbao desde su apertura en 1997, tanto como Patrono Estratégico de su Fundación como patrocinando importantes proyectos expositivos. La itinerancia internacional de la muestra ha sido facilitada por Alcoa Foundation, y la dotación original al proyecto corrió a cargo de Henry Luce Foundation.

La muestra se compone de aproximadamente 200 obras, con una atención especial a la pintura, y reúne préstamos de importantes coleccionistas norteamericanos y europeos. Instalada en el primer y segundo piso del Museo, esta exposición crea una composición narrativa de la experiencia norteamericana capturando sus mitos, sus sueños, sus dificultades y vulnerabilidades. Art in the USA: 300 años de innovación es un recorrido a través de más de 300 años, que traza la forma en la que el arte estadounidense ha discurrido en conexión con los grandes acontecimientos de su historia, por lo que, al igual que esta, es diverso y heterogéneo.

Se presentó por primera vez en el Museo Nacional de Arte de China en Pekín y, simultáneamente, en el Shanghai Museum y en el Shanghai Museum of Contemporary Art. Posteriormente viajó al Museo Estatal Pushkin de Moscú, donde recibió el aplauso de la crítica y gran afluencia de visitantes. Para su exhibición en el Museo Guggenheim Bilbao, la exposición ha sido ampliada de forma considerable con la inclusión de aproximadamente 75 nuevos préstamos e instalaciones de diversos artistas. De este modo se contextualizan y ponen de relieve las notables adquisiciones de obras de arte norteamericano posteriores a la II Guerra Mundial pertenecientes a la Colección del Museo.

Thomas Krens, Director de la Solomon R. Guggenheim Foundation, manifestó que “en esta ocasión histórica, que es el Décimo Aniversario de la inauguración del Museo Guggenheim Bilbao, me complace enormemente presentar en Bilbao este primer análisis histórico del arte norteamericano. La exposición ofrece un extraordinario panorama del desarrollo cultural e histórico de nuestra nación, así como nuestros audaces principios creativos. Hemos sido afortunados al poder contar con importantes préstamos de obras de arte norteamericanas de numerosos museos de todo el mundo. En muchos aspectos, esta muestra es la primera ocasión en la que algunas de ellas viajan fuera de EEUU. Sin lugar a dudas, una exposición de esta magnitud y alcance será irrepetible en esta generación.”

“Todo lo que hacemos en la Terra Foundation está presidido por una perspectiva internacional”, afirma Elizabeth Glassman, Presidenta y Consejera Delegada de la Terra Foundation for American Art. “En el más amplio sentido, nuestro objetivo para Art in the USA: 300 años de innovación es ampliar y enriquecer el conocimiento que el público español tiene del arte estadounidense. Al revelar las complejidades de la historia y patrimonio artístico de nuestra nación, tratamos de diferenciar nuestra cultura, al tiempo que forjamos alianzas nuevas y duraderas con España. Es un placer asociarnos con la Solomon R. Guggenheim Foundation en esta histórica exposición, y deseamos hacer llegar nuestro agradecimiento a todos los prestadores que han compartido sus tesoros con el resto del mundo”.

El equipo de comisarios de la exposición ha estado liderado por Thomas Krens, Director de la Solomon R. Guggenheim Foundation, e incluye a Susan Davidson, Curator Senior del Solomon R. Guggenheim Museum; Elizabeth Kennedy, Curator de la Colección de la Terra Foundation for American Art; y Nancy Mowll Mathews, Curator Senior Eugénie Prendergast de Arte de los Siglos XIX y XX del Williams College Museum of Art.

La exposición
Las seis secciones que conforman la exposición marcan importantes fases en el desarrollo del país: Colonización y Rebelión (1700–1830), Expansión y Fragmentación (1830–80), Cosmopolitismo y Nacionalismo (1880–1915), Modernidad y Regionalismo (1915–45), Prosperidad y Desilusión (1945–80), y Multiculturalismo y Globalización (1980–momento actual).

Desde los retratos de líderes civiles y figuras públicas del período colonial norteamericano hasta los magníficos paisajes de la salvaje naturaleza del oeste; desde la popularidad de las pinturas impresionistas francesas de comienzos del siglo XX y las exploraciones post-industriales del Expresionismo Abstracto y el Arte Pop hasta algunas de las obras más interesantes que se han producido en EEUU en la actualidad, la amplitud de esta muestra evidencia las distintas fases del desarrollo histórico, cultural y social norteamericano.
I. Colonización y Rebelión (1700–1830)
Las pinturas del período colonial norteamericano constituyen una pequeña parte de la creación artística del país. Los colonos europeos se establecieron en las fronteras de los asentamientos de los nativos americanos que tenían sus propias tradiciones artísticas. A su vez, entre los colonos también se contaban personas procedentes de Asia y África que tenían gustos artísticos no europeos. Por ello, las artes de este período representan los valores de diferentes culturas. Pero cuando la historia política de EEUU se centra en la relación de las colonias con Gran Bretaña, también el arte lo hace.

Sin embargo, existieron sutiles variaciones en el arte norteamericano desde el principio. Los primeros retratos reflejan la cultura puritana de Nueva Inglaterra y la rigidez de las figuras, símbolo del estricto código moral del ciudadano ideal. Ya en el siglo XVIII, los valores coloniales se habían relajado y los ricos americanos, como los europeos, demandaba retratos que mostraran sus lujosas vestimentas y posesiones materiales. Pero los americanos evitaron los símbolos europeos de nobleza y poder, prefiriendo mostrar sus logros como comerciantes y coleccionistas. Los retratos de los líderes civiles y figuras públicas no pretendían inspirar reverencia o admiración, sino orgullo nacional y decidida ciudadanía.

Algunas obras destacadas de este período son Retrato de una dama con vestido azul, de John Singleton Copley (1763, Terra Foundation for American Art), George Washington, de Charles Willson Peale (ca. 1780–82, Walton Family Foundation) y el retrato Munro-Lenox de George Washington obra de Gilbert Stuart (ca. 1800, Judy and Michael Steinhardt). Estos pintores crearon algunas de las mejores y más conocidas obras del período colonial.
II. Expansión & Fragmentación (1830–1880)
La necesidad de desarrollar una identidad nacional después de la Guerra Revolucionaria (1775–83) animó a los ciudadanos del recién formado país a debatir el significado de ser estadounidense. Ya en la década de 1820 las pinturas que describían la vida contemporánea y el paisaje ofrecían a los artistas americanos una forma de ilustrar su creencia de que los ciudadanos del país eran excepcionales por mor de su libertad económica y personal.

Las pinturas de género celebraban al individuo normal en un entorno democrático. Estas obras divertían o provocaban el reconocimiento por parte de quienes se veían a sí mismos o a sus vecinos reflejados en escenas anecdóticas de la vida cotidiana. Como tales, las pinturas de género contribuyeron a desarrollar una conciencia nacional entre las variadas gentes del país. Los paisajes que mostraban la impoluta naturaleza y la vasta y casi ilimitada extensión del continente virgen, simbolizaban el potencial de grandeza de la nación. A mediados de siglo, el Destino Manifiesto —la expansión de la democracia y la libertad hacia el oeste por mandato divino— legitimaba, para la mayoría de estadounidenses, el movimiento de la población por todo el continente.

Las obras de este período ponen de relieve estos hechos y exploran la evolución y agitación de la época, documentando la diversidad del paisaje americano. Entre las piezas más destacadas se encuentran Un reino apacible con cuáqueros portando estandartes de Edward Hicks (1829 ó 1830, Terra Foundation for American Art), Yoholo-Micco de Henry Inman (1832–33, High Museum of Art, Atlanta), Hogar, dulce hogar, de Winslow Homer (ca. 1863, National Gallery of Art, Washington), Sierra Nevada, de Albert Bierstadt (ca. 1871, Reynold House Museum of American Art), Los alegres tripulantes de la barcaza, de George Caleb Bingham (1877-78, Terra Foundation for American Art) y Niebla en Kanab Canyon, Utah de Thomas Moran (1892, Smithsonian American Art Museum).

III. Cosmopolitismo y Nacionalismo (1880–1915)
El arte estadounidense a comienzos del siglo XX refleja los retos que afrontaba un país que entraba en la escena mundial. Su nueva riqueza permitía a los artistas y coleccionistas dejar su impronta en el extranjero, mostrando una apariencia verdaderamente cosmopolita. Al tiempo, la masiva inmigración a América procedente de todos los confines del globo disipó definitivamente la identidad de EEUU de antigua colonia británica, convirtiendo a ciudades como Nueva York en las más internacionales.

Era la época del barco de vapor, que llevó a América y su arte al alcance de la comunidad mundial y del crisol de la modernidad. La popularidad del Impresionismo se vio favorecida por los numerosos artistas que trabajaban en París, y por las obras impresionistas francesas que pasaron a formar parte de colecciones norteamericanas. La pintora de más éxito del país, Mary Cassatt, se convirtió en un importante miembro del grupo de impresionistas modernos de París.

Las nuevas tecnologías, especialmente la fotografía, también tuvieron un poderoso influjo en los artistas norteamericanos, tal y como se refleja en su forma de tratar los temas urbanos. En lugar de las coloristas vistas de la ciudad, propias del Impresionismo, los pintores del estilo Ash Can buscaron la imagen de una palpitante urbe del comercio. Totalmente conscientes de las tendencias modernas, estos pintores creían en su interpretación genuinamente americana del arte moderno.

Entre las obras de esta sección destacan Verano, de Mary Cassatt (1894, Terra Foundation for American Art), Interior en Venecia, de John Singer Sargent (1898, Royal Academy of Arts, Londres), Luchadores, de Thomas Eakins (1899, Los Angeles County Museum of Art), Salomé de Robert Henri (1909, John and Mable Ringling Museum of Art), o Patios traseros, Greenwich Village de John Sloan (1914, Whitney Museum of American Art).

IV. Modernidad y Regionalismo (1915–1945)
En una época de efervescencia política entre las dos guerras mundiales, la lucha de los artistas norteamericanos por afrontar las complejidades nacionales e internacionales de su tiempo contribuyó al surgir de uno de los períodos más diversos y contradictorios del arte norteamericano. La Gran Depresión de los años treinta puso fin a la exuberante era del jazz, llevando el desorden a la vida cultural. Muchos artistas que habían cultivado la abstracción dejaron de atender a cuestiones estéticas para hacer proclamas acerca de la injusticia política y social (el realismo social) y para representar la iconografía regional americana (regionalismo). Los regionalistas describían a EEUU como una nación de gente llana y gran diversidad geográfica, y, además, demostraron que los artistas podían ser independientes de Nueva York. Por su parte, los creadores que vivían en esa ciudad buscaban la innovación artística en el mundo natural y en la geometría de los espacios arquitectónicos plasmada en formas abstractas.

Marsden Hartley, uno de los primeros artistas modernos de EEUU, Ralston Crawford (precisionista), fascinado por el paisaje industrial de la nación, y Thomas Hart Benton, el artista regionalista más conocido, se encuentran entre los autores de este período. También se incluyen en esta sección piezas como Muchacha y máquina de coser de Edward Hopper (1921–22, Museo Thyssen-Bornemisza) y Mujer-Luna de Jackson Pollock (1942, Peggy Guggenheim Collection, Venecia).

V. Prosperidad y Desilusión (1945–1980)
La profunda ambivalencia es característica del país tras la II Guerra Mundial. Pese a su triunfal recuperación de la depresión económica de los años treinta, la preocupación por la vuelta de los malos tiempos perduraba. Pese a que el auge de los suburbios proporcionaba una seguridad nueva, surgieron contraculturas que desafiaban el status quo. El optimismo de la próspera posguerra era contrarrestado por el miedo a la guerra atómica. El desarrollo del Expresionismo Abstracto coincide con el surgir de EEUU como superpotencia internacional. Rompiendo con las convenciones imperantes, tanto en lo relativo a técnica como a tema, las nuevas obras trataban de psiques individuales. El proceso creativo se convierte en fundamental para unos artistas que maniobran con gran espontaneidad e improvisación en lienzos de escala monumental. Las obras de pintores como Jackson Pollock, Willem de Kooning, Robert Motherwell y Mark Rothko, que escapan la clasificación dentro de una categoría, pueden definirse vagamente como estilos muy abstractos cuyo énfasis radica en el gesto dinámico y enérgico o en el interés reflexivo y cerebral por jugar con amplios campos de color.

Los años sesenta siguieron siendo testigos de dramáticos cambios en el arte americano a medida que el Arte Pop y el Minimalismo acaparaban la atención del mundo del arte. Artistas pop como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y James Rosenquist se inspiraron en la publicidad, las vallas, el cine, la televisión y los envases comerciales para presentar imágenes, a veces transformadas mediante el humor, la ironía, o el ingenio, que pueden ser interpretadas como celebración y como crítica de la cultura popular.

Contrastando con la fascinación por la sociedad de consumo de los artistas pop, los minimalistas primaron el concepto sobre el material, la idea sobre la cualidad sensorial, a menudo prefiriendo la escultura a la pintura, y buscando alternativas entre estas categorías y más allá. Algunos de estos artistas como Dan Flavin, Donald Judd y Ellsworth Kelly rechazaron la pintura como inherentemente ilusionista y prefirieron crear objetos y estructuras que, siendo tridimensionales, no entraban en la tradicional definición de escultura.

Entre las muchas piezas de esta sección se encuentran Composición, de Willem de Kooning (1955, Solomon R. Guggenheim Museum), Naturaleza muerta n.º 33, de Tom Wesselmann (1963, Colección Mugrabi), Ciento cincuenta Marilyns multicolores de Andy Warhol (1979, Museo Guggenheim Bilbao), y Desnudos con balón de playa de Roy Lichtenstein (1994, Colección particular).

VI. Multiculturalismo y Globalización (1980–momento actual)
Desde 1980 los artistas de EEUU han afrontado su herencia del Pop, del Minimalismo, del Arte Conceptual, la performance y el vídeo, llevando estas iconoclasias a extremos aún mayores y a manifestaciones más sofisticadas.

Durante los años ochenta resurge la figuración en la pintura con un enorme éxito comercial, especialmente gracias al boom económico de esta década y pese a la amenaza de la regresión (Julian Schnabel, Eric Fischl y David Salle). Sin embargo, las obras de Jean-Michel Basquiat, Keith Haring, Felix Gonzalez-Torres y Robert Gober, tratan de problemas sociales, desigualdad e incluso de la nueva epidemia del VIH/SIDA que ensombreció la era Reagan, en contraste con el triunfo económico de los años ochenta. La diversidad de prácticas del arte contemporáneo estadounidense continúa cuestionando y redefiniendo el arte y su función, tratando las exigencias de la sociedad actual. Entre las obras destacadas de este período se cuentan Sin título, de Keith Haring (1982, cortesía Tony Schafrazi Gallery), Chorro (para Ian Giloth) de Eric Fischl (1982, Colección particular, Suiza), y Celos sexuales y profesionales (Tennyson) de David Salle (1983, Museum of Contemporary Art Kiasma, Finlandia).

Las obras de los años noventa hasta la actualidad están organizadas en salas monográficas que muestran obras de Edward Ruscha, Richard Prince, nuevas pinturas de Ellsworth Kelly, una selección de piezas encargadas por el Deutsche Guggenheim a John Baldessari, así como instalaciones y vídeo de Bill Viola, Kara Walker, Matthew Barney y Tom Sachs.

Catálogo
Con ocasión de la muestra el Museo Guggenheim Bilbao edita un catálogo profusamente ilustrado que incluye un ensayo de Michael Leja, Profesor de Historia del Arte de la Universidad de Pennsylvania, a modo de recorrido por los movimientos más importantes del arte norteamericano desde el período colonial hasta el presente. Las seis secciones de la muestra se presentan mediante textos cortos a cargo de los comisarios de la exposición. Concluye el catálogo con una amplia cronología y una bibliografía seleccionada.

Imagen: John Baldessari (1931–)
Paraguas (naranja): con figura y balón (azul, verde) [Umbrella (Orange): With Figure and Ball (Blue, Green)], 2004.Impresión tridimensional de archivos digitales con pintura acrílica sobre paneles Sintra, Dibond y Gatorfoam305,8 x 272,7 x 8,9 cm.Encargada por el Deutsche Bank AG bajo asesoramiento de la Solomon R.Guggenheim Foundation para el Deutsche Guggenheim Berlin

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