Un doble intercambio dinástico.

Por Andrés Merino.

España es uno de los países europeos que cuenta con mayor número de archivos históricos pero, en contraste, una buena porción de los documentos de albergan está pendiente de identificación, clasificación y estudio. Desde hace tiempo, las editoriales oficiales de las comunidades autónomas vienen publicando el resultado de investigaciones que van paliando poco a poco ese déficit. Es el caso de la actual Editora Regional de Extremadura, que viene proponiendo interesantes estudios sobre cuestiones relacionadas con un rico pasado. Un historiador extremeño, Ramón Pérez Caminero, centró hace tiempo su trabajo en la trascripción de dos importantes documentos del Badajoz del siglo XVIII, que relatan las celebraciones que tuvieron lugar en la ciudad con motivo de los dobles enlaces matrimoniales entre hijos de los reyes Felipe V de España y Juan V de Portugal.

Sólo los encabezamientos de ambos legajos indican la brillantez de los actos que describen: “Entrada con que los Señores Reyes se dignaron honrar esta Ylustre Ciudad de Badajoz y movimientos que executaron en las entregas de las señoras Princesas y Funciones que en su obsequio executó la ciudad” y “Relazion de quanto a ocurrido en el recivimiento del Rey D. Felipe V, la Reina Dª Isabel de Farnesio, el Serenísimo Sr. Don Fernando Príncipe de Asturias, Serenísima Señora Dª Maria Ana Victoria Prinzesa del Brasil y los Señores Ynfantes Don Carlos y Don Felipe” (sic). Las Familias Reales española y portuguesa habían partido de Madrid y Lisboa, respectivamente, para proceder a uno de esos intercambios matrimoniales tan frecuentes desde hacía siglos: el Príncipe de Asturias, futuro Fernando VI, se casaría con la Infanta María Barbara de Braganza, mientras que el heredero portugués, el Príncipe José, contraería matrimonio con otra hija de Felipe V, la Infanta María Ana Victoria. El intercambio se realizó en un pabellón de madera ricamente decorado, construido sobre el río Caya, frontera natural hispanoportuguesa. La trascripción de Pérez Caminero nos acerca a la preparación de la celebración de los matrimonios, con minucioso detalle de los elementos técnicos empleados, del personal encargado del ceremonial palatino y, sobre todo, de los esfuerzos de la ciudad de Badajoz por proporcionar un marco festivo no sólo suficiente, sino brillante, al acontecimiento regio.

La edición se amplía con puntuales biografías de los protagonistas del acto, cuya utilidad se ve un tanto mermada por ser acompañadas de pequeños tópicos que vienen siendo recogidos de forma acrítica por una parte de la historiografía cuando otra ha establecido ya la falsedad de numerosas leyendas, así como un análisis general de la política internacional de los primeros monarcas Borbón en España, que no abandonaron, como hemos referido, la costumbre de alianzas estratégicas mediante uniones familiares. Es criticable precisamente en ese plano que Pérez Caminero cargue las tintas contra una Isabel de Farnesio a la que presenta con generalidades, obviando su enorme capacidad política.

No olvidemos, como bien refieren ambos documentos, que un Infante, Don Carlos, entonces presente en primera fila en ambas bodas, alcanzaría tres décadas después el trono español, tras la muerte de su hermanastro. El futuro Carlos III observó con doce años el gran despliegue iconográfico que incluyó el magnífico evento, y en aquellas jornadas –que por cierto, sus padres extendieron viajando a Andalucía, donde residieron hasta 1733- bien pudo constatar la importancia de la alianza del ceremonial cortesano con la celebración popular local, como pusieron de manifiesto las luminarias, bailes, corridas y otras fiestas que organizó Badajoz en esos memorables días.

“Bodas Reales en Badajoz”.
Ramón Pérez
Caminero.

Badajoz, Junta de Extremadura, 311 pág.

ISBN: 84-7671-751-2.

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