Candida Höfer (Eberswalde, Alemania, 1944).
Cursó los estudios en la Kunstakademie de Düsseldorf. En un primer momento estudió cinematografía con Ole John y, más adelante, fotografía con Bernd Becher. Su obra se ha expuesto en varios museos, como las Kunsthalle de Basilea y Berna, Portikus de Fráncfort, Kunsthalle de Hamburgo, Power Plant de Toronto y, recientemente, en el Museo del Louvre de París (2006). Ha participado en diferentes exposiciones colectivas presentadas, entre otras sedes, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la Kunsthaus Bregenz, el Museo Ludwig de Colonia y, en 2002, la Documenta 11 de Kassel. En 2003, Candida Höfer representó a Alemania en la Bienal de Venecia (junto con el ya desaparecido Martin Kippenberger). La artista reside actualmente en Colonia.

Höfer creció en Colonia, en una familia dedicada al teatro. Su madre era bailarina clásica y su padre ejercía de crítico teatral, de modo que ambos estaban familiarizados con los escenarios, estos espacios que se construyen temporalmente para representar en ellos acciones humanas. Sin embargo, las fotografías en color de Candida Höfer están vacías de los actores que suelen llenarlos temporalmente. Se centran más bien en los espacios arquitectónicos que acogen a estas personas y sus actividades: los escenarios que perduran, que proporcionan el marco intergeneracional para la representación de los dramas sociales europeos.

Cuando era alumna de Bernd y Hilla Becher en la Kunstakademie de Düsseldorf (entre los años 1976-1982), Höfer se autoimpuso determinadas limitaciones a fin de definir las fronteras de un proyecto de larga duración que empezó en Europa, pero que los últimos años la ha llevado a recorrer todo el planeta. Su primera autoimposición es la más conocida: casi todas las fotografías de Höfer retratan espacios interiores (siempre públicos, nunca privados). Muy a menudo, en vez de centros de poder o de comercio, elige marcos dedicados a la interacción social y a la transmisión de conocimientos y cultura: bibliotecas, comedores y salas de lectura, teatros de ópera, escuelas, museos de arte, teatros, etc. Cabe destacar que mientras trabajaba en el proyecto de Portugal, Höfer decidió incorporar un nuevo tipo de espacio público a su lenguaje: los casinos de Estoril y de Lisboa.

Höfer suele enfocar la cámara hacia la profundidad de los espacios, pero crea un punto de fuga muy claro dentro de la estancia y busca el equilibrio entre las paredes, los suelos y los techos. El resultado es la creación de una especie de receptáculo fotográfico sólido, en tres dimensiones, para los juegos de luz y colores cálidos, que son el rasgo distintivo de su trabajo.

Los espectadores se han sorprendido a menudo de que las imágenes documentales de Höfer (transcripciones objetivas, distantes, sin emotividad) parezcan, sin embargo, inmersas en una atmósfera de calidez y tranquilidad. Al autolimitarse a retratar los espacios en los que se articulan los hábitos sociales del mundo en que nació, los escenarios en los que tenía que representarse el guión de su propia vida, ha fusionado el ámbito social y el personal, lo objetivo y lo subjetivo. Cada estancia que contempla le aporta algo para conocer mejor los espacios que han definido sus propios ideales y sus potencialidades; cada microcosmos en el que entra, tanto si es Viena como Hamburgo o Dublín, New Haven o Río de Janeiro, refleja una variedad local del lenguaje macrocósmico que ha modelado el entorno edificado en todo el planeta.

exposición:Candida Höfer en Portugal

Artículo anteriorEl cómic entra en ESTAMPA
Artículo siguienteESTAMPA trae novedades importantes