Dice el viejo tópico político que todos los países tienen el Gobierno que se merecen. No sé si es acertado del todo y quizá Nicolás Maquiavelo tendría mucho que decir al respecto, más allá de que el fin justifica los medios, cáscara ideológica en la que le ha encasillado la Historia, aunque su pensamiento y sus escritos eran más modernos y democráticos de lo que la mayoría cree. Hago esta reflexión al hilo de la noticia de que Tony Blair, primer ministro británico durante los últimos diez años y líder del Partido Laborista, ha anunciado en su distrito electoral, Sedgefield, que el próximo 27 de junio presentará a la reina Isabel II su renuncia. Blair sucedió a Margaret Thatcher, la dama de hierro, y lejos de tirar por la borda su legado ha llevado a su país a una de las cotas más altas de progreso y bienestar. A pesar de ser el líder del laborismo hizo abstracción de ideologías y tomando lo mejor de la izquierda y de la derecha ha sido el líder laborista que más éxitos electorales ha cosechado tras repetir mandato en junio del 2001 y en mayo del 2005. Su éxito estriba en aplicar las teorías del economista Anthony Giddens, divulgador de las tesis de la La tercera vía (Taurus, 1999) traducida a veinticinco idiomas y considerada como la Biblia moderna del relativismo en economía, ya que hace abstracción de Friedman y de Keynes para tomar lo mejor -o lo más práctico- de ambos. Giddens predicaba con el ejemplo, ya que acudía a dar clases de tendencia izquierdista en Cambridge conduciendo un Porsche, lo que para él era un orgullo ya que lo había conseguido con su esfuerzo al ser de ascendencia humilde. Blair ha demostrado que se puede gobernar para la mayoría y aunque incrementó el peso del gasto público del 38 al 45 por 100 del PIB, lo hizo sin perder el orgullo de ser británico. En el momento de su despedida ya no sabemos si fue de derechas o de izquierdas. Más amigo de Aznar (con quien posó en la famosa foto de las Azores) que de Zapatero, tropezó como otros mandatarios en la Guerra de Irak, pero pasará a la Historia como uno de los mejores primeros ministros del Reino Unido. Pero volvamos al principio: ¿de verdad cada país tiene el Gobierno que se merece?

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