Ayer fue el día del libro y lo celebramos con la entrega del premio Cervantes a Antonio Gamoneda, el poeta de la penuria. Su discurso ante los Reyes y el presidente del Gobierno en la Universidad de Alcalá de Henares fue un canto a la sencillez frente a la especulación y al capitalismo salvaje. Su historia la podemos leer en cualquier periódico. La vida del poeta leonés (nació en Oviedo en 1931, pero desde los tres años reside en León) no ha sido fácil. Se quedó huérfano de padre cuando apenas tenía un año, y ha conocido «la penuria y el trabajo alienante». «Mis fuentes, en lo que concierne al saber, a la vigilia de la sensibilidad y al acendramiento de la conciencia, son, permítaseme decirlo crudamente, de baja extracción«, aseguraba el galardonado, quien sí cree que hay «un estado pasional del pensamiento nacido en la pobreza y servido por el infortunio», una «cultura de la pobreza», diferenciable de la que «prospera a partir de una situación privilegiada». «Dentro de esa cultura de la pobreza yo no soy más que un caso mínimo y ocasional. Mínimo, dentro del inmenso dolor planetario; ocasional, porque mi vida se ha hecho, finalmente, llevadera», añadió Gamoneda, que, de niño, aprendió a leer en el único libro que había en su casa, un poemario escrito por su padre («Otra más alta vida»), y que a los 14 años trabajaba cargando carbón en la caldera del Banco Mercantil.
Esta poesía de la pobreza contrasta hoy con la épica de la especulación en los mercados inmobiliarios. Los ricos se están tentando el bolsillo con el desplome de los valores del ladrillo en la Bolsa. Ya se habla de una segunda Terra –la caída más espectacular en la Bolsa española- y a todo esto el
Gobierno negando rotundamente que se puede hablar de que se «desinfle ninguna burbuja inmobiliaria». Fuentes del Ejecutivo español achacaron las significativas caídas de la jornadas de ayer y de hoy a un «reajuste» en la cotización de muchas compañías que habían protagonizado fuertes alzas que les habían hecho cotizar «muy por encima» de su valor. El Gobierno defiende que la Bolsa se encuentra en «un proceso de corrección». Lo mismo dijeron hace siete años ante la crisis de las tecnológicas. Tendrá que cantar el gallo tres veces.

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