Cine«No hay nada nuevo realizable aquí, nada más que aportar», cantan Décima Víctima en La Razón de la Discordia. Es 1982 y ese mantra atraviesa todo el metraje de Cuerpo a cuerpo (Paulino Viota, 1982) pero también podría formar parte de la banda sonora de las otras cinco películas que componen este ciclo.

La sociedad española encara el inicio de la década de los ochenta con un ánimo disociado, entre la necesidad de libertad y una cierta sensación de derrota, entre la celebración y el desencanto. La democracia ha llegado bajo el llamado espíritu del consenso y los Pactos de la Moncloa deshacen buena parte de los ideales de utopía, ruptura y experimentación social de los colectivos de lucha antifranquista. El golpe de Estado del 23F inoculará en la población más si cabe el convencimiento de que la estabilidad de la democracia debe seguir un guión establecido de antemano, sin sorpresas ni giros dramáticos.

En 1992 escribe Gregorio Morán con amarga ironía: «La Transición a la democracia iba a ser el nacimiento del mundo. Jornada tas jornada iría apareciendo el universo democrático hasta que la obra se diera por concluida y el mundo, nuestro mundo, se pudiera considerar si no perfecto al menos acabado. (…) Enterrado Franco empezaba a contar nuestra vida». Ese nuevo mundo aparece en las películas del ciclo como un limbo, un espacio inmóvil, un tiempo clausurado en donde la construcción de un destino compartido parece una quimera.

Si el anterior ciclo comisariado por Los Hijos, La ciudad es nuestra, trataba el modo en que el cine de los setenta describía (y a la vez articulaba) lo común –representaba a una sociedad cohesionada, con lazos solidarios, con un destino concreto–, en Quieto todo el mundo la desconexión interpersonal, la pérdida de valores de referencia y un ensimismamiento gradual constituyen el magma del que emergen películas protagonizadas por una generación estupefacta y desorientada: la que vivió el franquismo y no sabe cómo vivir en ese nuevo mundo con el que soñó en su juventud. Un cine poblado por individuos solitarios, habitantes de casas vacías y ciudades inciertas, nostálgicos perennes, con existencias a veces fi cticias a veces fantasmales, sin presente ni futuro al que agarrarse.

Esa generación estática chocará con una generación más joven, los que el periodista John Hooper describe como aquellos «sin empleos que ocupar ni manifestaciones a las que incorporarse», jóvenes que no han conocido el franquismo más que como telón de fondo infantil y que «no conocen el miedo» en palabras de la protagonista de Gritos… a ritmo fuerte (José María Nunes, 1984), crónica documental del desencuentro entre una pareja de progres que intenta comprender a las jóvenes bandas de rock, punk y tecnopop de la Barcelona del 83, atravesadas por un lúdico nihilismo, o como las relaciones de pareja de Cuerpo a cuerpo, reverso desapacible y crudo de las comedias ligeras de Colomo y Trueba.

El ciclo de películas se puede considerar un retrato de grupo de la clase media española, nacida del desarrollismo de los años sesenta y que en los ochenta parece vivir un esplendor tardío y equívoco, como el Alfredo Landa de Las verdes praderas (José Luis Garci, 1979), la epifanía de fin de semana de un hombre de éxito profesional que sigue siendo un desclasado de existencia mediocre e infeliz, o el monólogo desgarrado y estremecedor de Esperanza Roy en Vida/Perra (Javier Aguirre, 1982), viuda que únicamente puede relacionarse con el vacío de su propia voz y los fantasmas que convoca.

La cultura parece también apresada en un laberinto que ella misma ha diseñado, como los dos escritores protagonistas de Epílogo (Gonzalo Suárez, 1984), sombras de un pasado encriptado que no puede salir a la luz, que no se puede narrar, como dinosaurios en un mundo en donde «ya no quedan historias que contar» o el retrato de otra juventud monstruosa que supone El encargo del cazador (Joaquim Jordà, 1990), semblanza del arquitecto, pintor y cineasta Jacinto Esteva, broche defi nitivo al desencanto y desmoronamiento de toda una élite intelectual moribunda, atrapada en viejas hazañas y leyendas.

PROGRAMA

DOMINGO 18 ENE. 18:30 H.
Las verdes praderas
José Luis Garci, 1979, español, 89 min.
Coloquio tras la proyección con Carlos F. Heredero
Tras alcanzar el éxito profesional, José (Alfredo Landa) un alto ejecutivo de origen humilde, empieza a cuestionar el valor real de todo aquello que ha alcanzado: el coche de lujo, el chalet en la sierra…

Carlos F. Heredero (Madrid, 1953) es Profesor de Historia del Cine Español en la ECAM y en la ESCAC. Fue crítico durante catorce años en Diario 16. Ha publicado libros sobre Peckinpah, Huston, Mankiewicz, Cassavetes, Borau, Rohmer y Wong Kar-wai, entre otros. En 2008 fue nombrado director de la edición española de la prestigiosa revista «Cahiers du Cinema», hoy «Caimán Cuadernos de cine».

DOMINGO 25 ENE. 18:30 H.
Vida / Perra
Javier Aguirre, 1982, español, 93 min.
Coloquio tras la proyección con Javier Aguirre
El cineasta experimental Javier Aguirre combinaba su trabajo más comercial (dirigiendo las películas del grupo juvenil Parchís) con largometrajes tan arriesgados como Vida/Perra, una adaptación de la novela de Vázquez con un único personaje (Esperanza Roy) hablando a cámara.

Javier Aguirre (San Sebastián, 1935) estudió en la Escuela Oficial de Cinematografía, mientras escribía como crítico de cine en las revistas Radiocinema, Film Ideal y Primer Plano. Durante los años 60 y 70 alternó películas comerciales – de todo tipo de género, desde el terror al destape – con cortometrajes experimentales y de vanguardia, trabajos que le situaron en ese momento como un director de referencia en el cine experimental español, especialmente gracias a los cortometrajes que aúnan su concepto del Anticine.

DOMINGO 1 FEB. 18:30 H.
Cuerpo a cuerpo
Paulino Viota, 1984, español, 82 min.
Coloquio tras la proyección con Paulino Viota
El último largometraje dirigido por Paulino Viota es el retrato de varias relaciones de pareja a la deriva. El film está planteado como un arriesgado juego actoral en el que la improvisación juega un papel importante.

Paulino Viota (Santander, 1948) se inició de forma autodidacta en el mundo del cine. En los años setenta desarrolló una obra atípica y arriesgada, muy reveladora de la metamorfosis de una sociedad que viraba lentamente hacia la democracia. En verano de 1966 rueda, monta y sonoriza Las Ferias. En 1970 dirige y produce la pieza breve Duración, y su película más emblemática, Contactos. Su siguiente película, Con uñas y dientes, data de 1972. La última, hasta la fecha, es Cuerpo a cuerpo, de 1982. Desde entonces, se dedica a la docencia y a la crítica.

DOMINGO 8 FEB. 18:30 H.
Gritos… a ritmo fuerte
José María Nunes, 1984, español, 108 min.
Coloquio tras la proyección con Luis E. Parés
Documental experimental sobre jóvenes bandas de rock, punk y tecno pop de Barcelona. Una película que representa la desconexión intergeneracional de aquellos que vivieron los setenta y los ochenta.

DOMINGO 15 FEB. 18:30 H.
Epílogo
Gonzalo Suárez, 1984, español, 91 min.
Coloquio tras la proyección con Gonzalo Suárez
Una de las películas más relevantes y radicales de Gonzalo Suárez, miembro de la Escuela de Barcelona, en la que José Sacristán y Paco Rabal entablan un duelo interpretativo que reflexiona sobre la creación.

Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) es escritor y director de cine. Estudió Filosofía y Letras en Madrid, aunque pronto se trasladaría a Barcelona a ejercer como periodista. Profesión que abandonaría para escribir sus primeros libros hasta que en 1966 ruede su primera película . Su primer corto, Ditirambo vela por nosotros, fue una de las piezas fundamentales de la Escuela de Barcelona, corriente cinematográfica de vocación experimental. Remando al viento, La Regenta o El detective y la muerte son algunas de sus películas más famosas.

DOMINGO 22 FEB. 18:30 H.
El encargo del cazador
Joaquim Jordá, 1990, español, 90 min.
Coloquio tras la proyección con Daria Esteva
Documental que recoge la personalidad y la obra del cineasta, arquitecto y pintor Jacinto Esteva. Un recorrido que permite dibujar, desde la perspectiva de los años ochenta, en qué quedó la gauche divine de la Barcelona de los años setenta.

Daria Esteva, hija del director Jacinto Esteva (Lejos de los árboles, 1972) es productora y actriz. Conocida por Un invierno en Mallorca (Jaime Camino, 1969), Danza de los espíritus (Ricardo Iscar, 2010) o Morir de día (Laia Manresa, Sergio Díes, 2010), fue una de las impulsora de El encargo del cazador (Joaquim Jordá, 1990), largometraje que recorre la compleja personalidad y obra de su padre, Jacinto Esteva.

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