Altar de muertos 2012 - copiaTal y como ya viene siendo habitual, el Museo de América, en colaboración con la Colonia Mexicana en Madrid, organiza una nueva edición del Altar de Muertos, que con motivo de la celebración del Día de Difuntos, el próximo sábado 1 de noviembre, se inaugurará este año en el recinto del claustro de la planta baja.

La espectacularidad de estos altares mexicanos, que hunden sus raíces en las culturas mesoamericanas precolombinas, cuenta ya con la atención del público madrileño, y este año, la Colonia de residentes del país hermano, en esta ocasión lo dedica a la figura de la pintora surrealista hispano-mexicana Remedios Varo (Madrid 1908 – México 1963).

Remedios Varo causó gran impacto por su capacidad para crear mundos mágicos, en los cuales la fantasía se proyecta e identifica; son escenarios en donde los seres viven y crean desde su propia irrealidad y le dan vida a otras existencias particulares. En sus obras trata de plasmar un mundo irracional y emotivo, una atmósfera íntima, un universo en donde las mujeres son, más que objetos del deseo, madres, magas, alquimistas y generadoras de vida.

Como todos los años, contaremos con la actuación del Ballet Nahui Ollin para celebrar una fecha tan señalada, y en esta ocasión nos brindarán dos pases de su representación, para que así nadie se quede sin poder disfrutar de su repertorio. Además, ampliaremos el panorama de las festividades vinculadas al Día de los Difuntos con la conferencia de la Dra. Ángela Brachetti-Schol sobre la festividad de Todos los Santos en las comunidades andinas.

Sábado 1 de noviembre

11:30 horas: Actuación Bailes en honor a nuestros muertos, Ballet Folklórico mexicano Nahui Ollin (Salón de Actos, acceso libre, aforo limitado)

13:00 horas: Inauguración del Altar de Muertos dedicado a Remedios Varo. Venta de pan de muertos y calaveritas de azúcar.

Domingo 2 de noviembre

12:00 horas: Actuación Bailes en honor a nuestros muertos, Ballet Folklórico mexicano Nahui Ollin (Salón de Actos, acceso libre, aforo limitado)

12:00 horas: Conferencia de la Dra. Angela Brachetti – Schohl sobre la festividad de Todos los Santos en las comunidades andinas (Sala de la reina, acceso libre, aforo limitado)

EL ALTAR DE MUERTOS

La tradición religiosa mesoamericana sufrió transformaciones culturales con la llegada de los españoles, cuya conquista se fundamentó en la evangelización, los religiosos buscaron la destrucción de las antiguas creencias y sus prácticas, consideradas idolátricas. Así, las deidades de la muerte fueron destruidas, pero no el culto a los muertos que reunió los conceptos y prácticas de ambas culturas.

Los “Altares de Muertos” responden al culto a los muertos en México que data por lo menos del año 1800 a. C., tradición netamente popular, cuyo común denominador es recordar a los muertos, familiares o amigos. Antes de la llegada de los españoles, dicha celebración se realizaba en el mes de agosto y coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, calabaza, garbanzo y frijol, por lo que los productos cosechados de la tierra eran parte de la ofrenda.

La fiesta de Día de Muertos en México, principalmente entre los grupos indígenas, es un momento de reunión de toda la familia, tanto vivos como muertos, con lo cual, se fortalece la identidad, además de las relaciones sociales interfamiliares primero y comunales después. Es por esto, que esta celebración tiene una función social de suma importancia por su gran riqueza simbólica que se encuentra presente durante toda la celebración.

De ahí que en la actualidad, entorno a la fotografía del ser querido, -que ocupa el lugar principal del altar-, se colocan alrededor los objetos que la persona disfrutaba en vida, tales como: los platillos con los alimentos que más le gustaban, sus cosas predilectas, el tabaco, y hasta la botella de licor que prefería. “…pues el difunto podría volver ese día a la casa y hay que atenderlo bien». También se colocan algunas imágenes religiosas, y otros objetos decorativos como las flores de «Tzempaxuchitl», calaveritas de azúcar y el Pan de Muerto; que son parte de la tradición antigua, al igual que el copal y el incienso de olor penetrante que invaden el aire, y le dan un olor más místico, más pagano o misterioso, haciéndonos creer que realmente los muertos pueden venir. Ya en la noche, las velas, los cirios o las veladoras son encendidas en espera del ser querido que vendrá a visitarles.

Invitamos a ofrendar a los difuntos para estar cerca de nuestros muertos y para dialogar con su recuerdo, con su vida.

La ofrenda del Día de Muertos es una mezcla cultural donde los europeos pusieron algunas flores, ceras, velas y veladoras; los indígenas le agregaron el sahumerio con su copal y la comida y la flor de cempasúchil (Zempoalxóchitl). La ofrenda, tal y como la conocemos hoy, es también un reflejo del sincretismo del viejo y el nuevo mundo.

¿Que debe tener un altar de muertos?

OFRENDAS:

Agua, fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.

Sal, elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.

Velas y veladoras, cuyas llamas significa «la luz», la fe, la esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.

Copal e incienso, que se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.

Flores, que adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta. El alhelí y la nube no pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños. En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa.

Petate, el de cama, mesa o mortaja. En este particular día funciona para que las ánimas descansen así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.
Izcuintle, que no debe faltar en los altares para niños. El perrito izcuintle en juguete, sirve para que las ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. El perrito es el que ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.

Gollete y cañas, se relacionan con el tzompantli. Los golletes son panes en forma de rueda y se colocan en las ofrendas sostenidas por trozos de caña. Los panes simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos y las cañas las varas donde se ensartaban.

ADEMÁS DE:

El retrato del recordado, que sugiere el ánima que nos visitará, pero este debe quedar escondido, de manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver pero ya no existe.

La imagen de las ánimas del Purgatorio, para obtener la libertad del alma del difunto, por si acaso se encontrara en ese lugar, para ayudarlo a salir, también puede servir una cruz pequeña hecha con ceniza. Otras imágenes de santos, para que sirva como medio de interrelación entre muertos y vivos, ya que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones sociales. Además, simbolizan la paz en el hogar y la firme aceptación de compartir los alimentos.

Adornos de papel picado, telas de seda y satín donde descansan figuras de barro, incensario o ropa limpia para recibir a las ánimas, calaveras de azúcar que son alusión a la muerte siempre presente.

Comidas y bebidas: El mole con pollo, gallina o guajolote, es el platillo favorito que ponen en el altar muchos indígenas de todo el país, aunque también le agregan barbacoa con todo y consomé. Estos platillos son el banquete de la cocina en honor de los seres recordados, ya que la buena comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita. Se puede incluir el chocolate de agua, cuya tradición prehispánica dice que los invitados lo tomaban preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto. El licor es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y se decida a visitarnos. También se puede colocar un aguamanil, jabón y toalla por si el ánima necesita lavarse las manos después del largo viaje.

El Día de Muertos, como culto popular, es un acto que lo mismo lleva al recogimiento que a la oración o a la fiesta cuando la muerte y los muertos deambulan y hacen sentir su presencia cálida entre los vivos. Con los muertos también llega su majestad la Muerte, que baja a la tierra y convive con los vivos.

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