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El Museo del Ferrocarril restaura un ómnibus de viajeros de 1861

La Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Comunidad de Madrid está realizando trabajos de restauración en las instalaciones del Museo del Ferrocarril. Por primera vez en los más de diez años de colaboración entre ambas instituciones, un equipo de ocho alumnos bajo la dirección docente de Almudena Benito del Tío y con la coordinación de Guillermo Fernández García, se ha trasladado al Museo para afrontar la restauración de un vehículo histórico perteneciente a la exposición permanente.

Los trabajos que se están realizando comenzaron con una documentación gráfica y fotográfica de la pieza, para poder documentar su estado antes de iniciar los trabajos de restauración, así como con una valoración previa sobre su conservación y un análisis de sus principales alteraciones. Las siguientes fases de trabajo incluyen un sentado de la policromía, la limpieza y eliminación de la suciedad superficial, realización de catas (con el objetivo de visualizar las distintas capas de policromía presentes en el ómnibus desde su origen), estucado de las zonas con pérdidas de policromía y reintegración cromática.

El ómnibus

El vehículo objeto de los trabajos de restauración es un carruaje para el transporte urbano de viajeros, con tracción animal. El antecedente más antiguo del transporte de viajeros en carruajes es de 1662, año en que el polifacético Blaise Pascal estableció en París un servicio de carruajes, con itinerarios, tarifas y horarios determinados.

En 1819, Jacques Lafitte reintrodujo en la capital francesa este tipo de transporte, pero no fue hasta 1828 cuando el vocablo ‘ómnibus’ (del latín omnĭbus, “para todos”) se asoció oficialmente a este vehículo. Se cuenta que tal asociación, aunque hay más versiones, es debida a que el servicio de carruajes instaurado en Nantes en 1826 por Stanislas Baudry tenía su parada principal junto a una sombrerería, en la que se podía leer el cartel: ‘Omnes Omnibus’. Supuestamente, los empleados adoptaron la costumbre de decir “Voy al Omnibus”, y el término arraigó. Sea como fuere, Stanislas Baudry lo oficializó cuando creó, en 1828, su Entreprise Générale de l’Omnibus. En 1829 George Shillibeer estableció en Londres un servicio de carruajes tirado por caballos, que está considerado como el primer ómnibus moderno, predecesor de los actuales tranvías y autobuses.

En los primeros tiempos del ferrocarril, para complementar el buen servicio de las estaciones, se requería que los viajeros y equipajes tuvieran fácil acceso a ellas, a sus patios de carruajes y demás dependencias, bien desde pueblos inmediatos al ferrocarril, bien desde la propia ciudad. Por eso, muchas compañías ferroviarias tenían establecido por su cuenta o contratado el servicio de ómnibus.

El ómnibus del Museo es un carruaje público de cuatro ruedas, de un solo compartimento –prolongado con dos banquetas laterales– y una portezuela en la parte trasera para el acceso a su interior. Es de caja cerrada y techo resistente, que va montado sobre listones convexos para aguantar la carga de los equipajes. La ‘tracción de sangre’ solía realizarse con tiro de mulas con enganche a tronco o a potencia.

El carruaje tiene capacidad para diez personas. Su pescante –asiento para el conductor– está bastante elevado. El diámetro de sus ruedas delanteras es la mitad que el de las traseras, para una mejor tracción, y lleva ballestas como amortiguadores, tres por cada juego de ruedas. Su procedencia es incierta y no se conoce dónde prestó servicio. Lleva rotulación: ‘SERVICIO AL FERRO-CARRIL’ y numeración ‘Nº 4’, así como un cartel de ‘SERVICIO / PÚBLICO’. En las esquinas posteriores de la caja aparece el dato más significativo para su identificación: ‘BERNARDO / RODRÍGUEZ / CONSTRUCTOR / DE / ZAMORA / 1861’.La consulta de prensa histórica permite deducir que este constructor tuvo su taller de coches y carruajes en Zamora y Salamanca, anunciándose como “el inventor del freno de seguridad en los carruajes y desenganche de caballos del vehículo”. En 1884 consiguió la medalla de 1ª clase en la Exposición Regional de Salamanca.

Escuela Superior de Conservación y Restauración

La Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales es un centro decano en la formación de restauradores y conservadores de bienes culturales en España, con una experiencia de más de cuatro décadas impartiendo una titulación oficial.

Los orígenes de la institución, pionera en el campo de la conservación–restauración, cabe buscarlos en el antiguo Instituto Central de Restauración y Conservación de Obras y Objetos de Arte, Arqueología y Etnología (actual Instituto del Patrimonio Cultural de España), del que se desgajó en 1977 al pasar a depender del Ministerio de Educación.