pissarro_logopress02El Museo Thyssen‐Bornemisza presenta la primera exposición monográfica en España del pintor impresionista Camille Pissarro (1830‐1903). La muestra reúne 80 obras, entre ellas una famosa paleta donde el artista pintó una escena campestre combinando los colores del arcoíris. El paisaje, género que domina en su producción, centra el recorrido de la muestra, que se articula en orden cronológico en función de los lugares donde el pintor residió y trabajó.

Pissarro es seguramente la figura fundamental del Impresionismo y, al mismo tiempo, la menos reconocida. Tal y como explica Guillermo Solana, comisario de la muestra y director artístico del museo madrileño, fue él quien redactó los primeros estatutos del grupo impresionista y el único pintor que participó en las ochos exposiciones impresionistas.

Innovador y patriarca
“A pesar de ello, Pissarro experimentó un cierto eclipse a mano de Monet, quizá porque este era más espectacular y más vibrante”, afirma Solana. Esta exposición se propone restaurar la reputación de Pissarro no sólo como el primer impresionista, sino también como maestro de los pioneros del arte moderno. “Era un genuino innovador, además de un bondadoso patriarca”, asegura el comisario.

Dos grandes pioneros de la modernidad, Cézanne y Gauguin, fueron en alguna medida discípulos de Pissarro. También se beneficiaron de su protección Seurat, Signac y los jóvenes pintores. De hecho, tras conocer a Seurat en 1885, Pissarro se convirtió a la fe neoimpresionista, siendo el único de los fundadores del grupo que adoptaría el nuevo método, conocido popularmente como “puntillista”.

pissarro_logopress04“Pintor de tierra adentro”
“Pissarro es el pintor de las colinas, de las huertas, de los bosquecillos”, apunta Solana. “Es un pintor de tierra adentro”, añade. Y es que desde las primeras apariciones públicas del grupo impresionista, la crítica consideró a Pissarro como un paisajista rural.

Así como los paisajes de Monet, Renoir y Sisley suelen representar los escenarios del ocio de la burguesía, los de Pissarro, en cambio, suelen tener como protagonista, explícito o implícito, el trabajo rural. En vez de pintar praderas prefiere los campos arados, en vez de los jardines decorativos, huertos inspirados muchas veces en el de su propia casa. Los surcos y las texturas de la tierra labrada se trasladan a la misma superficie de su pintura.

Sin embargo, la pintura de Pissarro no puede identificarse con una exaltación exclusiva de la vida agreste. Dedicó también desde muy pronto una gran atención a la presencia de la industria en el paisaje, como se hace patente, por ejemplo, en sus vistas de las afueras de Londres o en sus pinturas de las fábricas de Pontoise y sus aledaños.

Mundo rural y ciudades
Si hay un motivo dominante en la pintura de Pissarro, es el del camino. Carreteras, calles de pueblos y modestos senderos que cruzan los campos, invitan a adentrarnos en el espacio del cuadro. En ocasiones, el curso de un río hace el oficio de un camino, sirviendo de nuevo para permitir al espectador ingresar en el espacio pictórico.

pissarro_logopress05Tras décadas de entrega al paisaje rural, en los años 1880 Pissarro comienza a explorar el mundo del paisaje urbano y el último tramo de su carrera (1893‐ 1903) está dominado por las vistas de ciudades: París, Londres, Rúan, Dieppe y El Havre. Su vasto trabajo sobre ellas se organiza, como el de Monet, por series; como las de la estación Saint Lazare y su entorno, el Boulevard Montmartre, la Avenida de la Ópera y aledaños, los jardines de las Tullerías, el Pont‐Neuf, el Louvre.

En 1896 y 1898 se instala en Rúan y pinta sus puentes y los nuevos aspectos industriales de una ciudad de la era gótica. En julio de 1903, su última serie estuvo dedicada al puerto de Le Havre, el mismo al que había arribado casi medio siglo antes en un vapor que venía de América.

Pissarro
Del 4 de junio al 15 de septiembre
Museo Thyssen-Bornemisza
De martes a sábado, de 10.00 a 22.00 horas
Lunes y domingos, de 10.00 a 19.00
Entrada a la exposición temporal, 9 euros

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