La percepción del espacio es el título de una nueva exposición temporal que el museo Es Baluard dedica a la escultura, que presenta por primera vez una selección de obras del fondo de la colección permanente en torno a esta disciplina.

La exposición, centrada en el último cuarto del siglo XX y la primera década del 2000, ilustra la heterogeneidad de respuestas que el arte ha desarrollado alrededor de la escultura no tan solo en España sino también en el ámbito internacional. Reminiscencias del minimalismo, el arte conceptual, el land art, presentes en las creaciones de Josep Maria Alcover, Andreu Alfaro, Pep Llambías, Glòria Mas, Fernando Megías, David Nash, Jürgen Partenheimer y Jaume Plensa, así como el desarrollo de la figuración con referencias simbólicas o narrativas, representadas por José Bechara, Daniel Chust-Peters, Kcho, Bernardí Roig, Baltazar Torres y Joana Vasconcelos, son las dos vertientes propuestas en esta selección de esculturas de la colección de Es Baluard.

El papel de la escultura
La escultura, hasta la llegada del siglo XX, estuvo relegada a un segundo término frente a la pintura. Los grandes escultores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en general, eran pintores que trabajaban la escultura como una faceta complementaria a la práctica pictórica. Si bien con las vanguardias de principios de siglo se mantiene en un segundo plano, debido a las dificultades técnicas implícitas, como el encarecimiento de los materiales, la escultura evolucionó paulatinamente con las experimentaciones de artistas como Picasso (con el assemblage) o Tatlin y el constructivismo (con sus conocidos ‘contrarrelieves’), los cuales influyeron posteriormente en su desarrollo.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, esta disciplina adoptó un papel más destacado con las nuevas corrientes emergentes: la vertiente formal del constructivismo de N. Gabo y N. Pevsner, que influiría en los Estados Unidos posteriormente en el nacimiento del minimalismo en los años sesenta. La desmaterialización del arte llegó con el arte conceptual, que aportó otro aspecto a tener en cuenta: el significado y la funcionalidad de la escultura supeditados a la ubicación de la obra en lugar de la forma, condición que comparte con el land art, surgido en los años setenta y que reivindica la utilización de los materiales procedentes de la naturaleza, en concreto del lugar escogido, hasta llegar a asumir el carácter efímero de las creaciones.

En los inicios de la década de los ochenta, con la participación de los “nuevos salvajes” o nuevos expresionistas alemanes y la transvanguardia italiana y su reivindicación por la recuperación de la pintura, junto con el desarrollo de las instalaciones, la escultura vuelve a adoptar una posición secundaria, aunque cada vez obtiene una mayor presencia a partir de las aportaciones individuales de destacadas figuras como Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, por ejemplo, en el caso español.

La percepción del espacio
Del 5 de octubre al 13 de enero
Es Baluard. Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma

 

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