Cuando dentro de un tiempo razonable se escriba sobre la historia de la Arquitectura en la Europa del primer tercio del siglo XXI, incluso en su faceta más estética, será inevitable hablar de la incidencia que la crisis económica está teniendo en la construcción. Uso de materiales baratos. Menor impulso del sector público para la creación de sedes institucionales… Quizá apenas pueda hablarse de minimalismo en las fachadas de las viviendas, pues en países como el nuestro, el estallido de la llamada burbuja inmobiliaria ha provocado no sólo una caída significativa de las posibilidades de crear. La cosa no ha quedado ahí: a un aumento espectacular del paro entre los arquitectos sigue la lógica preocupación por su futuro profesional entre quienes cursan una carrera con merecida fama de exigencia académica en las escuelas. “Arquitectos en la encrucijada” es el título del ensayo que han dedicado a este tema Jaime Rubio Landart, de la Universidad Politécnica de Madrid, y Carlos Gómez Perdomo, del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Ambos profesionales intentan abordarlo con lógica y han conseguido, cuanto menos, proponer soluciones que aunque no agotan la materia no permanecen en meros esquemas teóricos.

Como resultado de los años de alegría inversora, España tiene un arquitecto por cada 953 habitantes. Hay 31 escuelas de Arquitectura con más de 30.100 alumnos matriculados. Lo que no nos dicen los autores, porque nadie puede saberlo, es cuántos de esos esforzados universitarios han asumido que, nada más conseguir su título, los que tengan más suerte conseguirán un sueldo de mil euros como delineantes. Con estos datos de la primera parte del libro, redactado a modo de atractivo informe de situación, podemos acercarnos perfectamente a la realidad. Y disponernos a razonar con los autores una cartesiana propuesta de “Análisis de situación personal”, en la que se nos propone un elenco de encrucijadas de profesionales ante la situación actual. De lo más variada. Pero quizá un tanto encorsetada, porque Rubio y Gómez no permiten intercambiar excesivamente las… variables. Es cierto que la categoría “arquitectos recién titulados” puede parecer absoluta, pero si me permiten la expresion ¿hasta cuando un croissant está recién hecho? Bien. No puede negarse en todo caso que no es lo mismo esa situación que la de –respiren antes de leer- “aquitectos en ejercicio libre de la profesión individualmente y sin estructura, con ingresos irregulares y escasos recursos”.

A ambiciosas propuestas de DAFO y un buen estudio de mercado sigue un elenco verdaderamente amplio de propuestas de reconversión profesional. Es llamativa la sistemática con la que los autores proponen sectores poco desarrollados o nichos de negocio que podrían tener algo más que cabida en nuestro país, un verdadero auge si profesionales con formación e iniciativa ponen en marcha nuevos proyectos. He ahí la clave. El problema no es que sobren arquitectos. Es que faltan emprendedores. Hay quien sostiene que la necesidad real de arquitectos ejercientes en España no superaría los 10.000 profesionales. El debate es estéril mientras no se exploren con seriedad campos no posibles, sino reales. Ya que se ha llegado a conclusiones duras, como la que arroja la imposibilidad de vivir de estudios de arquitectura que produzcan planos de pisos en la playa en cantidades industriales, al menos, como dice Rafael de la Hoz en el prólogo, “si no vamos a ser libres, seamos al menos felices”. Una verdad a medias, pero cuya parte razonable es útil. No hay dioses caprichosos que exijan a nadie que abandone su profesión, o que pida perdón por ejercer una profesión liberal. Al leer un libro así, quizá más de uno pueda dejar de pensarlo.

Andrés Merino Thomas

“Arquitectos en la encrucijada. ¿Qué puede hacer un arquitecto en la situación actual?”
Jaime Rubio Landart y Carlos Gómez Perdomo
Prólogo de Rafael de la Hoz

Madrid, Alianza Editorial, 141 pág.

ISBN: 978–84–206–5469–0

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5 COMENTARIOS

  1. El futuro de nuestra profesión, la arquitectura, pasa por la especialización. No podemos seguir todos haciendo de todo.
    Habiendo un arquitecto por cada 1000 habitantes los estudios tendrán que ser multidisciplinares, pero dedicándose a lo que realmente sean buenos. Diseñadores gráficos, decoradores, Gestiones urbanísiticas, reformas, Asesoramiento ecológico.
    La especialización es la clave.

  2. No, no, aún no hay conciencia clara de lo que está ocurriendo. Es hiriente, pero es cierto: un sueldo de mileurista, trabajando como delienante, no es nada a despreciar hoy. Sobre todo, si la alternativa es un contrato anual, con poco más de mil euros al mes, trabajando como arquitecto y asumiendo plenas responsabilidades.
    No es ficción, es la realidad de muchos arquitectos de mi comunidad autónoma.

  3. No estoy del todo de acuerdo. La «bomba» inmobiliaria ha estallado en las manos de quien la manipulaba. Creo que todos nos estábamos dando cuenta de que la situación era exagerada e irreal y no podía durar.
    Por otro lado, hemos perdido la gran oportunidad de corregir situaciones laborales denigrantes que vienen (no nos engañemos) de mucho tiempo atrás, es más, se han consolidado precisamente en estos años del boom: los arquitectos delineantes de lujo a «1000€» y sin horario, es algo que viene de lejos; que levante la mano el que no haya pasado por ese estadio (por el que no pasan otros profesionales, que una vez titulados jamás cuelgan la etiqueta de «aprendiz»).
    Efectivamente, debíamos haber aprovechado estos años de bonanza para especializarnos, y en lugar de eso, la mayor parte de colegas se ha dedicado a hacer «chaletes», con una calidad arquitectónica y constructiva cuando menos dudosa (tampoco estoy de acuerdo en que la crisis repercutirá en un empeoramiento de la calidad, el cliente «ya no es tan tonto»).
    Hay áreas de la profesión todavía no explotadas, creo que no sobramos ninguno, eso sí, olvidémonos de hacernos millonarios. Mirándolo fríamente, es una suerte poder vivir, aunque solo sea «dignamente», de una profesión tan bella. Eso, «seamos felices» viviendo como la gente normal.

  4. Pues yo tiro la toalla. Estoy harto de trabajar el doble que mi mujer, haber hecho una carrera el triple de complicada y larga, tener 30 veces más responsabilidad (y durante 10 años!!), y cobrar la mitad que ella.

    Paso. De amo de casa soy menos gravoso. Tendré algo menos de dinero pero lo ganaré en calidad de vida y en tranquilidad. Y de trabajo «bonito», pues como que tampoco. El mercado está hundido, nos ningunean por todas partes, y los clientes tampoco es que quieran que les des ideas, quieren precio y ya está.

    Quiza si me sale otro trabajo lo coja, por lo menos al llegar a casa descansaré, tendré un horario, paro… en fin, lo normal.

    • Totalmente de acuerdo Manuel. Esta profesión se ha ido al garete. Desde que entré en la Escuela en el 2000 (tremendo error del que me arrepiento cada dia que pasa) no me ha dado más que disgustos, insomnio y aguantar mucha morralla artistoide. Me han explotado, humillado, quitado competencias, arruinado y desesperanzado.
      Yo también tiré la toalla. Que siga leyendo el Croquis SPM.
      Adios arquitectura, no te echaré de menos.

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