El Museo de Bellas Artes de Bilbao se creó en 1908 y abrió sus puertas en 1914. Orientado por la voluntad de modernización y por el objetivo de proporcionar modelos ejemplares a la comunidad artística, el Museo tuvo como sede la Escuela de Artes y Oficios de la Villa. Años más tarde, las inquietudes de los artistas locales determinaron la creación de un nuevo museo: el Museo de Arte Moderno que, situado en unas dependencias de la Diputación, abrió en 1924.

En 1945 se decidió la fusión de las colecciones de ambos museos y la construcción de un edificio para albergarlas. El nuevo museo, de estilo neoclásico, se construyó según el proyecto de los arquitectos Fernando Urrutia y Gonzalo Cárdenas. El Museo, actual Museo de Bellas Artes de Bilbao, se inauguró en 1945. Posteriormente, las crecientes necesidades de espacio determinaron su ampliación, proyectada por los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo Beascoa, quienes realizaron una obra innovadora, influenciada por la arquitectura de Mies van der Rohe. El Edifico Moderno quedó inaugurado en 1970.

A finales de la década de los noventa las instituciones propietarias del Museo, Ayuntamiento de Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia y Gobierno Vasco, conscientes del creciente protagonismo del Museo y de los equipamientos culturales en la ciudad, convocaron un concurso para la adjudicación de un Plan de Reforma y Ampliación del Museo. El proyecto, concebido por el arquitecto Luis Mª Uriarte, perseguía la mejora y ampliación de las instalaciones y servicios del Museo mediante la construcción de un Nexo de unión y una Galería que, presididos por criterios de permeabilidad visual, respetaran las arquitecturas existentes y crearan un canal fluido de comunicación entre ellas. Al mismo tiempo, proponía liberar una serie de espacios para ampliar y mejorar los servicios al visitante y los espacios expositivos. De igual manera, contemplaba un cambio en los accesos al Museo, situándolos en la reformada Plaza del Monumento a Arriaga y en la nueva Plaza Chillida. Las obras de reforma y ampliación concluyeron en noviembre de 2001.

La colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao reúne más de ocho mil piezas, entre pinturas, esculturas, obras sobre papel y artes aplicadas, en un destacado conjunto patrimonial que comprende una cronología desde el siglo XII hasta la actualidad. Conserva ejemplos relevantes de arte antiguo, moderno y contemporáneo, y tienen especial interés la pintura de la escuela española y la nutrida presencia de los artistas vascos.

Un recorrido esencial por las salas del Museo incluye obras singulares de Bermejo, Benson, Mandjin, Vredeman de Vries, De Vos, Moro, Sánchez Coello, El Greco, Pourbous, Gentileschi, Ribera, Zurbarán, Van Dyck, Murillo, Arellano, Meléndez, Bellotto, Goya, Paret, Villaamil, Ribot, Zamacois, Madrazo, Gauguin, Cassatt, Sorolla, Guiard, Ensor, Regoyos, Romero de Torres, Zuloaga, Sunyer, Arteta, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz, Lipchitz, Delaunay, González, Gargallo, Bacon, Palazuelo, Oteiza, Chillida, Caro, Millares, Tàpies, Saura, Lüpertz, Kitaj, Blake, Arroyo, y Barceló, entre otros.

En el Edificio Antiguo se presenta un recorrido histórico a través de más de trescientas obras, distribuidas en treinta y una salas. En ellas, se pueden descubrir los principales estilos, escuelas y artistas que se desarrollaron en el arte occidental, desde el románico hasta la actualidad. La selección de obras se encuentra dispuesta cronológicamente, favoreciendo así una mejor compresión de la evolución artística a lo largo de diez siglos, a través de piezas representativas de diversas escuelas europeas −española, flamenca, holandesa, italiana, francesa…−. Los artistas vascos tienen especial presencia, sobre todo a partir de mediados del siglo XIX, conformando una de las colecciones más ricas e interesantes.

Los principales ciclos artísticos se distribuyen de la siguiente forma (la nómina de los artistas citados puede estar sometida a cambios debido a préstamos temporales a otras instituciones): Románico y Gótico (s. XII – s. XV). Desde algunos significativos ejemplos del arte románico catalán −una escultura de Cristo en majestad del siglo XII y dos tablas del XIII, que son las obras más antiguas de la colección− la visita continúa con el gótico francés y alemán −con bellas esculturas de la Virgen− e italiano, y diferentes estilos del gótico peninsular, con extraordinarios ejemplos del arte hispano-flamenco −Pere Nicolau, Berthomeu Baró, Maestro de San Nicolás, Diego de la Cruz, y, sobre todo, Bartolomé Bermejo−, y de cerámica contemporánea del alfar de Manises (Valencia).

Renacimiento y Manierismo (s. XVI – comienzos s. XVIII) A través de primitivos flamencos y holandeses −Engebrechtsz, Gossaert, Benson y Coecke−, aparece representado el Renacimiento en el Norte, con pinturas y esculturas de gran calidad, junto a las formas del manierismo adaptadas por los artistas flamencos como Mandijn, De Vries o De Vos. Se llega a los refinados retratos cortesanos españoles del siglo XVI: Moro y uno de sus discípulos más destacados, Sánchez Coello y su continuador, Pantoja de la Cruz, en compañía de un retrato de Pourbus el Joven. Finalmente, se presentan interesantes obras de Morales y El Greco, y un calvario escultórico de Juan de Anchieta. Barroco (s. XVII)

El siglo XVII se inicia con varias obras de la escuela italiana −Gentileschi, Crespi y Piola− y se adentra en uno de los núcleos principales y de mayor calidad de la colección: la pintura española barroca, representada con piezas relevantes de los grandes maestros y escuelas de la época, Herrera el Viejo, Orrente, Ribera, Zurbarán, Murillo, Carreño, Arellano, Coello, etcétera. Para terminar la representación barroca, la pintura flamenca y holandesa vuelve a salir al paso con obras de Jordaens, Van Dyck, Grebber y Ruisdael.

Rococó y Clasicismo (s. XVIII y primera mitad s. XIX) Llenan esta sala varios artistas del siglo XVIII, fundamentalmente españoles, que forman una magnífica representación. El ilustrado Paret vivió exiliado varios años en Bilbao, lo que le permitió pintar vistas de la Villa y, por encargo real, de los puertos del Cantábrico. El genio de Goya brilla con dos retratos de sus amigos Zapater y Moratín. También se manifiesta espléndidamente el talento retratista de Vicente López y el bodegonista de Meléndez. La escuela vedutista italiana está representada a gran nivel por el veneciano Bellotto.

Romanticismo, Realismo e Impresionismo. Artistas vascos (s. XIX – primeras décadas s. XX) Con obras relevantes, principalmente del arte español y del arte vasco, se recorren algunos de los episodios más importantes del costumbrismo andaluz, con Esquivel, Fernández Cruzado y Cortés, del madrileño con Alenza y Lucas Velázquez, del paisaje realista con Haes y Beruete, y su definitiva orientación hacia un paisajismo impresionista, y de las escenas de historia y de costumbres con Raimundo Madrazo, Palmaroli, Álvarez Catalá, Pradilla, Gisbert, Ferrant y del escultor Benlliure. Junto a ellos, un magnífico bodegón del francés Ribot, con influencias del barroco español, y una pequeña representación prerrafaelita de Dicksee. La escuela de Fortuny está representada por José Jiménez Aranda y Eduardo Zamacois. Éste, natural de Bilbao, será, junto a Bringas y Juan de Barroeta, quien dé inicio a la pintura vasca moderna. La siguiente generación, con Guiard −amigo y discípulo de Degas en París− y Guinea a la cabeza, dará el paso desde el realismo o el costumbrismo academicista hasta el impresionismo.

Algunas de las obras mayores de esta vertiente impresionista de la pintura vasca, a la que acompaña el particular puntillismo de Regoyos, conectado con Bruselas, otro importante foco de renovación en el fin de siglo, se ponen en contexto con una obra extraordinaria de la norteamericana Mary Cassatt, por una parte, y con pinturas realistas de Rusiñol y Sorolla, por otra. En el vestíbulo están los primeros ejemplos de la escultura vasca del cambio de siglo del escultor bilbaíno Nemesio Mogrobejo, acompañado de Moisés de Huerta. A través del gran ventanal se contempla el Monumento al compositor Juan Crisóstomo de Arriaga, obra maestra del escultor Francisco Durrio, en la que interpreta un modelo clásico femenino con visión simbolista y primitivista.

En el primer piso se recoge primordialmente la obra de los artistas vascos de los años finales del siglo XIX y las primeras tres décadas del XX, siguiendo la estela de Guiard, Regoyos y Guinea. En correspondencia con ellos, se exhiben algunas obras de importantes pintores españoles y europeos con quienes se relacionaron. Por medio de algunas de sus piezas maestras, se siguen las trayectorias de Zuloaga, Losada, Iturrino, Echevarría, Larroque o Baroja, algunos de los cuales tuvieron un considerable éxito en el París de la época, integrándose en los movimientos más renovadores −(como el fauve Iturrino, amigo de Derain, Vouillard, Matisse y Picasso)−, o colaborando en la formulación de la estética de la Generación del 98 −(como Zuloaga y Baroja, ciertos aspectos de la obra de Losada, Larroque, y Echevarría y el tardo-modernismo de Maeztu)−. La elaboración de una pintura etnicista vasca alcanza su cota mayor en los trabajos de Arteta, en los de los cuatro hermanos Arrúe y los dos hermanos Zubiaurre. Otros artistas, como Tellaeche, pintor del mundo del mar, Benito Barrueta, que desarrolló un exquisito intimismo, y el sofisticado Ucelay, una de las figuras más originales de todo el arte vasco, en los linderos de los postulados surrealistas, completan el panorama de los pintores vascos de la primera mitad del siglo XX.

En escultura destaca la obra simbolista de Francisco Durrio, amigo de Gauguin y Picasso y personaje clave para la integración de los artistas vascos en París. De Gauguin, precisamente, se muestra un extraordinario cuadro de su estancia en Arlès, así como otro de su amigo y seguidor Serusier. Una de las colecciones más interesantes de escultura vasca presentes es la de Quintín de Torre, cuya obra conecta singularmente con la sensibilidad del realismo y el expresionismo contemporáneos.

Arte contemporáneo
En la gran sala del Edificio Moderno se propone un recorrido desde principios del siglo XX hasta nuestros días. Aparecen obras del cubismo −Gris, Metzinger, Hayden, Lipchitz− y derivaciones del mismo −Blanchard, Delaunay−, o del futurismo −Lagar, Guezala− y del expresionismo −Ensor−. Les acompañan las esculturas de Gargallo y González y obras influidas por las propuestas geométricas o la estilización de las formas −Torres García, Arteta, Vázquez Díaz−, junto a pinturas de carácter surrealista de Domínguez, Alberto, Togores o Lecuona. A continuación, Oteiza, una de las figuras de la vanguardia vasca, introduce con un nutrido conjunto de esculturas los movimientos constructivistas o espacialistas del arte europeo surgidos tras la II Guerra Mundial herederos de la geometría cubista. Junto a él, Palazuelo demuestra su magisterio y la influencia que ejerció sobre esta inicial escultura vasca. Ibarrola, por su parte, representa un realismo social mediante recursos cartelistas y espacialistas. Un importante conjunto de piezas de Chillida, el gran escultor vasco que tanto influyó en el arte de su entorno muestra las diferentes materias y la profunda búsqueda de la forma que lograron levantar un excepcional universo poético. Frente a las cristaleras, Urzay propone sus últimas investigaciones sobre la relación entre pintura y fotografía.

En 1966 se crearon los llamados Grupos de la Escuela Vasca, de los que alcanzaron a constituirse tres −Gaur (Gipuzkoa), Hemen (Bizkaia) y Orain (Araba)− que reunieron a los más significativos artistas vascos surgidos desde finales de los años cuarenta. En los siguientes espacios aparecen obras de los pintores Amable Arias, Zumeta y Balerdi y de los escultores Mendiburu y Larrea. La mayoría de estos pintores se relacionan con el expresionismo abstracto, mientras que los escultores centran su interés tanto en propuestas informalistas como geométricas.

En un ámbito independiente se reúnen algunos de los grandes nombres de la abstracción española, fundamentalmente de índole informalista, caracterizada por la práctica ausencia de color, como los expresionistas interesados por la materia −Tàpies, Millares, Muñoz− o por una pintura de grandes rasgos gestuales −Saura−. Les acompañan obras de la difícilmente clasificable Vieira da Silva, del expresionista abstracto Bram van Velde y Karel Appel, y del poeta y pintor gestual francés Michaux.

A continuación pueden verse obras de artistas vascos alternando con otros internacionales que realizan propuestas figurativas de distinto carácter, pop, surrealista o de diferentes realismos: Nagel, Aquerreta y Herrero, junto a artistas figurativos ingleses como Bacon, Kitaj, Blake y Davies o españoles como Arroyo, Equipo Crónica, Gordillo y Pérez Villalta. Cercanos aparecen algunos ejemplos de la transvanguardia italiana −Paladino, Tatafiore−, con su imaginativa figuración, y del neoexpresismo alemán −Lüpertz−. A todos ellos les acompaña Barceló, una de las figuras españolas de más difusión internacional con un particular expresionismo figurativo y matérico.

Para terminar, una serie de autores vascos, Badiola, Bados, Irazu, Morquillas, Gortázar, Ortiz de Elgea, Mieg, Ramos Uranga, Goenaga, Tamayo o Lazkano, se sitúan en las recientes y diversas tendencias del arte que incluyen reminiscencias del constructivismo junto a las referencia objetuales que dan testimonio de la complejidad de la vida urbana y de los conflictos existenciales y sociales del mundo contemporáneo, así como de la multiplicidad de sentidos que ofrecen los mensajes que recibe el hombre actual.

Datos de interés:
Museo de Bellas Artes de Bilbao  (Plaza, 2 – 48009 Bilbao, España)
Tel.: 94 439 60 60
www.museobilbao.com
Accesos Metro Bilbao: Estación Moyúa. Autobús: líneas 1, 10, 13 y 18 parada en Museo Plaza./ Líneas 13, 27, 38, y 48 parada en Alameda Rekalde./ Líneas 27, 38, 48, 72 y 77 parada en Gran Vía./ Línea aeropuerto parada en Plaza Moyúa.
Precio entrada: Entrada General: 6€. Reducida: 4,50€ (estudiantes, desempleados, tercera edad, grupos a partir de 15 personas). Gratuita: Día del Museo (los miércoles), Amigos del Museo, miembros ICOM, menores de 12 años, profesores, periodistas y guías acreditados y discapacitados (acompañante, reducida). Bono Artean: 13,50€ entrada conjunta a la colección de los Museos Guggenheim y Bellas Artes de Bilbao.
Horarios De martes a domingo de 10.00 a 20.00 h. Lunes cerrado.
24 y 31 de diciembre de 10.00 a 14.00h.
25 de diciembre, el 1 y el 6 de enero cerrado.
15 minutos antes del cierre se inicia el desalojo de las salas y finaliza la venta de entradas.
Accesibilidad Ascensor, aseo y rampas para personas discapacitadas.
2 sillas de ruedas y sillas tijera a disposición del público en la taquilla.
Punto de información para personas discapacitadas visuales en la Biblioteca
Educación Itinerarios y talleres didácticos. Tel.: 94 439 61 41 – deac@museobilbao.com
Visitas guiadas En grupo: 87€ (máximo 20 personas). Individuales: 5€. Todos los domingos a las 12.00h. con inscripción en la taquilla del Museo (no incluida la entrada). Es imprescindible la reserva anticipada. Tel. 94 439 61 37 – visitantes@museobilbao.com
Audio-Guías 1€
Biblioteca Especializada en arte y destinada exclusivamente a la consulta de sus fondos.
Cinemateca Sesión viernes y sábado a las 18.00h. y 20.00h. No está permitido el acceso a la sala una vez comenzada la proyección.
Tienda/Librería Horario el mismo que el del Museo.
Cafetería Horario: de 9.00h. a 21.00 h. (cerrada el lunes).
Restaurante Arbolagaña, cocina de Aitor Basabe (cerrado domingos tarde y lunes). Tel.: 944 42 46 57.

Más información sobre el Museo de Bellas Artes de Bilbao (ver)

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