Relatos de paternidad inmadura

Andrés Merino

El reconocimiento póstumo a la obra de un escritor no es algo nuevo, pero es infrecuente el éxito de los libros de un guionista el Hollywood, esa una formidable fábrica de literatura de muy desigual valor, donde el trabajo de maestros convive con textos mediocres. John Fante (1909-1983) dejó una notable producción escrita de la que Anagrama ha editado en español, en los últimos años, más de diez títulos. El último de ellos ha sido “Llenos de vida”, una novela corta de carácter autobiográfico que desgrana algunos rasgos claves su carácter y no pocos de sus recursos creativos. Publicada en 1952, inmediatamente después el autor dejó la narrativa para trabajar durante más de veinte años para la meca del cine, por lo que su lectura adquiere el singular valor de un punto de inflexión personal que marcó un fin de etapa.

El relato es la crónica descarnada del tramo final de un embarazo, vivido intensamente por la pareja que espera su primer hijo y el futuro abuelo paterno, que se desplaza a la casa familiar para reparar –inicialmente- importantes desperfectos. Propuesto en primera persona, la descripción del estado anímico de una madre primeriza que se replantea toda su vida contrasta con la de un treintañero, que ve el abultado vientre de su esposa como una montaña de problemas, al hijo que llega como un rival y al padre, al que acude de forma interesada, como un viejo maniático del que se avergüenza como una complicación sobrevenida. A pesar de su dedicación al guión como género, en principio más propenso a los diálogos, el autor parece estar, al menos en la novela, más a gusto en la prosa que recoge el mundo interior del protagonista, en la revelación de sus sensaciones y miedos, que en conversaciones parcas, casi herméticas. Se diría que cada capítulo es un reto, con una cláusula no escrita del tipo “y otras muchas cosas que han sucedido pero no voy a contar”, para justificar ese hilo pesimista que destila el argumento.

Hemos descrito el relato como descarnado porque todo sentimiento en Fante se agiganta de manera desmesurada, atroz, causando la impresión constante de una atmósfera depresiva y represiva, que no deja respirar. Si algo atrae de la novela es que ese ambiente se recrea sin el uso de hipérboles, con descripciones en primera persona que bien podrían formar parte de un historial clínico. Y es que ahí está la duda. ¿Son los personajes que se nos propone un catálogo de inmaduros y egoístas, con el ameno decorado del “american way of life” de los años cincuenta? ¿No constituyen más bien un vademecum de patologías con distintas variantes de la neurosis? Es difícil precisarlo, porque a cada página se nos propone un pensamiento dolorido o una reacción o comportamiento infantil, sin que podamos precisar cuál de los dos define en realidad a una novela hostil, de lectura apasionante pero agotadora.

“Llenos de vida”

John Fante

Barcelona, Anagrama, 157 pág.

ISBN: 978-84-339-7484-6

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