· Se trata de una edificación del año 200 antes de Cristo, construido en la Baja Nubia (Egipto) y dedicada al dios Amón

· Dada su protección, sólo podrán realizarse en su interior actividades museísticas y talleres culturales

El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid aprobó hoy la declaración de Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento, al Templo de Debod, tal y como propusieron los técnicos de la Dirección General de Patrimonio Histórico en febrero de 2007. Así, tras el oportuno periodo de información pública y después de trasladar el proyecto a las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia; a los Colegios Profesionales de Arquitectos de Madrid y de

Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras; y al Ayuntami ento de Madrid, se trasladó al Ministerio de Cultura. El proceso ha concluido hoy con la aprobación de la Declaración de Bien de Interés Cultural, según informó el vicepresidente primero y portavoz, Ignacio González.

La declaración de Bien de Interés Cultural en este caso afecta a todo el edificio, constituido por tres tipos de materiales: por una parte, los sillares de piedra arenisca nubia original, de los siglos III al I antes de Cristo, y que constituyen aproximadamente las dos terceras partes del total; por otra parte, los sillares de piedra arenisca nubia utilizados en la reconstrucción y consolidación realizada en 1907; y por último, los sillares de arenisca de Villamayor (Salamanca), utilizados durante la reconstrucción del Templo en 1970, ya en España.

El basamento del Templo, con los sótanos que alberga, realizados en hormigón armado, no se encuentra afectado por esta declaración de BIC, ya que no forma parte real del monumento, no teniendo relación visual ni funcional directa con el Templo. Algo similar pasa con los pavimentos exteriores del basamento y la vía procesional, que no se corresponden con los originales del templo nubio. El Templo de Debod está ubicado en la plataforma del antiguo Cuartel de la Montaña, que queda incluida en el entorno de protección junto con los taludes perimetrales hasta la vía de circulación rodada que rodea la plataforma, entre las calles del Profesor Martín Almagro y del Pintor Rosales, en total una superficie protegida de 5´86 hectáreas.

En consecuencia, la principal consecuencia de la declaración de Bien de Interés Cultural sobre este Templo afecta a su uso. Así, están permitidas las actividades museísticas en el interior del edificio y bajo el basamento moderno que le sirve de apoyo, en donde se podrán realizar actividades culturales, tales como talleres o aulas didácticas. Sin embargo, con el fin de preservar el estado del mismo, es necesario realizar un seguimiento periódico del estado de la piedra; y cualquier actuación sobre el Templo o en el entorno de protección, requerirá la presentación de un proyecto técnico por el Ayuntamiento de Madrid, que deberá ser autorizado por la Dirección General de Patrimonio Histórico, con el fin de controlar cualquier posible deterioro del mismo.

Un templo del antiguo Egipto

El Templo de Debod fue construido y fundado en el año 200 antes de Cristo, en la Baja Nubia (Egipto), dedicado al dios Amón. Estuvo abandonado desde el siglo VI hasta el siglo XX cuando, con ocasión de la construcción de la primera presa de Asuán en 1907, fue restaurado. Posteriormente, en 1960, al construir la segunda presa de Asuán, fue desmontado y trasladado a la Isla Elefantina bajo los auspicios de la UNESCO y así permaneció hasta 1970, año en que el Gobierno egipcio se lo ofreció a España en agradecimiento por su colaboración en la salvación de los templos de Abu Simbel.

El 16 de abril de 1970 se firmó un acuerdo entre Egipto y España para trasladar el Templo a España y, por Decreto de 9 de julio de 1970, el Gobierno nacional encomendó al Ayuntamiento de Madrid, bajo la supervisión del Ministerio de Educación y Ciencia, la reconstrucción del Templo en el solar del Paseo del Pintor Rosales, antes ocupado por el Cuartel de la Montaña, así como la administración y conservación del mismo. Las obras de reconstrucción del templo fueron supervisadas por el entonces director del Museo Arqueológico Nacional, Martín Almagro Basch.

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