El ministro de Cultura sale airoso en cuatro entrevistas a los principales periódicos (El País, El Mundo, ABC y La Razón) en la misma tarde.

El ministro de Cultura César Antonio Molina ha tomado la decisión más inteligente a la hora de conceder sus primeras entrevistas y es que no lo ha hecho a un solo medio, sino que ha pactado su publicación en los cuatro periódicos de Madrid el mismo día. Desconozco si lo ha hecho también con los de Barcelona o con algún otro medio regional, pero ha conseguido salir airoso sin agraviar a nadie. Para todos ha posado permitiendo así a “El País”, “El Mundo”, “ABC” y “La Razón” tener fotos diferentes, lo que dice mucho a favor de su gabinete de Prensa ya que entre las obligaciones de un político está la de atender a los medios de comunicación. César Antonio Molina sigue con buen pie una difícil andadura en la que por regla general siempre han fracasado sus antecesores ya que la cartera de Cultura es un puesto de gran exposición mediática en el que es fácil meter la pata.

El resumen de sus declaraciones lo encontramos en este titular de “El País”: “Yo no he venido aquí a crear crisis, he tenido que resolverlas”. Ante la pregunta sobre lo efímero de su mandato, Molina dice: “Hay que vivir cada día como si fuera el último, y hay que trabajar como si la eternidad estuviera delante de ti”. Según César Antonio Molina “la cultura española ha de tener proyección internacional y esa proyección se logra, por ejemplo, con la ampliación del Prado o con la ordenación del Reina Sofía”. El titular de Cultura dice también que no va a interferir en el nombramiento del Director del Reina Sofía, y añade: “el ministro, por primera vez, no va a fichar a nadie. Se va a hacer por consenso, con la ratificación del patronato, que preside yo”. Sobre las sucesivas crisis en su departamento opina: “Las crisis son como la vida misma. Si estallaron nada más llegar yo, quiere decir que debían existir ya. Yo no he venido aquí a crear crisis, he tenido que resolverlas. Estaban latentes: había que afrontarlas, no demorarlas…”. Molina es especialmente duro con Rosa Regás, ex directora de la Biblioteca Nacional: “Cuando hablé con ella me dijo que había habido una sola desaparición. Cuando se redactó la nota apareció otra; y al día siguiente eran tres…” Molina se confiesa un optimista moderado y recuerda como consiguió sacar de un déficit terrible al Círculo de Bellas Artes como durante su mandato se han inaugurado 25 centros Cervantes en tres años. “El Mundo” también le recuerda lo efímero de su mandato, no más de ocho meses, y destaca su aplomo y carácter imperturbable. Molina añade que lo que está haciendo en Cultura “no es una revolución sino que ha venido a mover la Cultura, a mejorar las cosas, a dar optimismo y respaldar a nuestros creadores, que es lo marca nuestra identidad”. En nuevas respuestas sobre el Reina Sofía añade: “en primer lugar, será la primera vez en la historia de nuestra democracia en que un ministro no nombre a dedo, ejerciendo su poder y su derecho, a un técnico. Nosotros lo vamos a hacer de manera consensuada como lo hicimos en la Biblioteca Nacional. Será en permanente contacto con el patronato del centro. Se conformará un tribunal internacional con tres profesionales extranjeros y cuatro españoles para, entre todos, preseleccionar al futuro director o directora. Una vez elegido seré yo quien haga la propuesta al patronato. Exigiremos que sea alguien con experiencia en el ámbito de los museos. Así que la transparencia está absolutamente garantizada. Además –añade- esta es una práctica que que se está desarrollando a nivel europeo. Mi papel como ministro será, en este caso, de arbitraje”.

Ante otras cuestiones candentes como la futura Ley del cine, el archivo de Salamanca, la defensa del patrimonio frente al expolio, las Artes Escénicas, etc., César Antonio Molina templa las respuestas con mano izquierda y mesura con la idea de que si no puede contentar a todos por lo menos quiere satisfacer a la mayoría. Quizá no le falte razón porque la oposición del PP a la gestión de su departamento brilla por su ausencia. O no le encuentran ningún “pero” o aguardan los cien días de gracia para la crítica, sólo que en este caso la legislatura tiene ya los días contados.
Altozano

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